BAGDAD, 3 Ene. (Reuters/EP) -
Decenas de milicianos islamistas han muerto desde el jueves en la provincia iraquí de Anbar, en el oeste del país, en combates contra las fuerzas tribales y el Ejército por el control de las ciudades de Ramadi y Faluya.
Miles de milicianos lanzaron el miércoles ataques contra instalaciones policiales y, en el marco de un enfrentamiento a tres bandas para hacerse con el control de áreas estratégicas, las tribus locales suníes y el Ejército han acordado hacer frente común frente a Al Qaeda.
"No dejaremos de ninguna manera que Al Qaeda tome posiciones en Anbar", ha declarado un líder tribal de Ramadi que ha confirmado una "dura batalla" contra los islamistas. "Se están escondiendo en zonas residenciales", ha advertido.
Fuentes médicas y de los grupos locales calculan en al menos 40 los milicianos fallecidos desde el jueves, mientras que uno de los líderes de las tribus en Ramadi, Rafea Abdulkareem Albu Fahad, ha confirmado la muerte de unos 60 islamistas. Las cifras, imposibles de verificar por el momento, no incluyen a posibles víctimas del otro bando.
Para Rafea Abdulkareem Albu Fahad, los miembros de Al Qaeda son "criminales que quieren hacerse con la ciudad y matar a la comunidad". Los milicianos han apostado a francotiradores en los tejados de los edificios, lo que complica el acceso a las zonas capturadas por los islamistas, que cuentan además con equipos antiaéreos.
En Faluya, varios testigos han descartado que se estén produciendo enfrentamientos, si bien insurgentes enmascarados han establecido barricadas en varios puntos de la ciudad. Los islamistas se han servido de los altavoces tras las oraciones del viernes para pedir el respaldo de la población.
El Ejército, que el pasado lunes se retiró de Anbar, ha regresado para desplegarse en los alrededores de Ramadi y Faluya y colaborar con las fuerzas tribales contra Al Qaeda.
Esta aparente unidad, sin embargo, no enmascara las tensiones entre el Gobierno central, controlado por el chií Nuri al Maliki, y los grupos suníes de Anbar. La tensión en la provincia ha crecido a raíz del desalojo de un campamento de protesta por parte de la Policía el pasado lunes, en una intervención que concluyó con 13 muertos.
El jueves, miembros de las tribus locales se enfrentaron con los militares que intentaban recuperar el control de Faluya y Ramadi.