NUEVA YORK, 22 (OTR/PRESS)
Un joven de 18 años de Columbia (Carolina del Sur) ha sido detenido, tras haber sido denunciado por sus propios padres, acusado de intentar volar por los aires su instituto con 4,5 kilogramos de nitrato de amonio, la misma sustancia que se utilizó en el atentado de 1995 en Oklahoma. El jefe de la Policía de Columbia asegura que "lo único que faltaba era poner las bombas", pues Ryan Schallenberger, tenía completamente preparada la masacre, con notas concretas y planos del instituto en su diario personal.
Los padres de Schallenberger decidieron denunciarle a las autoridades locales tras recibir en su casa de Chesterfield 4,5 kilogramos de nitrato de amonio y descubrir el diario de su hijo. Al parecer, el joven, que vive en un pueblo de 1.500 habitantes situado en la frontera entre Carolina del Norte y Carolina del Sur, planeaba fabricar unas cuantas bombas y ponerlas en diferentes lugares del instituto de la ciudad, lo que podría haber provocado docenas de víctimas, según aseguró Randall Lear, el jefe de la Policía local.
Durante un año, Schallenberger fue escribiendo sus planes minuciosamente en un diario personal, detallando cómo planeaba llevar a cabo su ataque suicida, para el que tenía planos de las instalaciones, aunque los escritos no incluían fecha para el atentado o los objetivos concretos del mismo. El joven, de 18 años, sentía admiración por los asesinos del instituto de Columbine (Colorado) que mataron a 13 personas en 1999, y pensaba utilizar el mismo material para el atentado que el que se usó en la masacre de Oklahoma, en 1995, en la que murieron 168 personas.
Schallenberger también había grabado en una cinta los motivos que le llevaban a atentar contra su instituto, aunque el jefe de Policía se negó a revelarlos y se limitó a definirle como un "joven enfadado". "Parecía odiar al mundo. Odiaba a la gente diferente a él, a los niños ricos con novias guapas", aseguró Lear. Sin embargo, el joven era uno de los mejores estudiantes de ese instituto de 580 alumnos, participaba en el equipo de bolos del centro y había recibido un premio académico el año pasado. No había más armas en su casa que el material explosivo.
Tras la detención de Schallenberger el sábado, el Instituto Chesterfield abrió ayer sus puertas con normalidad, aunque las fuertes medidas de seguridad recordaban la suerte que podrían haber corrido muchos de sus alumnos. Arcos detectores de metal extraídos de los juzgados locales y perros entrenados para detectar droga o material explosivo custodiaban la entrada del centro, donde no se esperan nuevos problemas, según la Policía local.