MADRID 31 Ene. (EUROPA PRESS) -
La localidad libia de Benghazi (este) ha sido foco este jueves de un nuevo estallido de enfrentamientos armados, en esta ocasión pocas horas después del secuestro del comandante de las Fuerzas Especiales del Ejército de Tierra libio, uno de los secuestros más graves registrados en esta importante localidad en la que las Fuerzas Armadas luchan contra las brigadas que se han negado a desmovilizarse.
"Estaba saliendo de la universidad cuando dos coches le bloquearon el paso y se lo llevaron a rastras", ha relatado a Reuters el padre del secuestrado, el coronel Wanies Bujmada, comandante de las Fuerzas Especiales del Ejército.
En base a las informaciones publicadas por el diario 'The Libya Herald', miembros de la Brigada 17 de Febrero, que tiene su base cerca de la universidad, han desplegado tropas en los alrededores tras el secuestro.
Posteriormente, miembros de las Fuerzas Especiales han acudido al lugar y han solicitado a los brigadistas que les dieran permiso para inspeccionar la base para intentar localizar al hijo de Bujmada. Tras la negativa, han estallado los enfrentamientos.
En citado diario ha señalado que, en el momento del secuestro de Bujmada, también ha sido raptado un amigo suyo, que habría sido posteriormente liberado para informar a las Fuerzas Especiales de las exigencias de los secuestradores, entre las que estaría la liberación de prisioneros.
Asimismo, se han registrado enfrentamientos en la localidad de Gwarsha, ubicada en los alrededores de Benghazi y en la que la formación salafista armada Ansar al Sharia tiene instalado un puesto de control. Aparentemente, el puesto ha sido destruido por las Fuerzas Especiales, si bien este punto no ha sido confirmado.
El Ejército lleva dos meses luchando contra brigadas vinculadas al grupo islamista armado. Las autoridades vinculan a esta formación con el ataque contra el Consulado de Estados Unidos en Benghazi en 2012 que acabó con la vida del embajador Chris Stevens y otros tres norteamericanos.
Libia vive una gran inestabilidad desde la caída del Gobierno de Muamar Gadafi, el 20 de octubre de 2011, debido, sobre todo, a la negativa de las milicias que ayudaron a derrocarle a entregar las armas y unirse a las fuerzas regulares.
Las milicias que continúan activas han logrado detener en los últimos meses las exportaciones de petróleo, dejando al Gobierno sin su principal fuente de ingresos y haciendo aumentar el temor de que el país se sume en el caos.
A principios de noviembre, el primer ministro, Alí Zeidan, advirtió de la posibilidad de una intervención militar extranjera en caso de que no se ponga fin a la inestabilidad existente en el país. "La comunidad internacional no puede tolerar un estado, en pleno Mediterráneo, que es fuente de violencia, terrorismo y asesinatos", sostuvo, antes de citar como ejemplo lo ocurrido en Irak.