GINEBRA, 4 Jul. (Reuters/EP) -
El relator especial de la ONU contra la tortura, Nils Melzer, ha advertido este miércoles que los crímenes de guerra y contra la Humanidad en Kasai, en República Democrática del Congo (RDC), podrían ser el preludio de un genocidio.
Melzer se ha mostrado alarmado por el informe publicado la semana pasada por el equipo de expertos internacionales encargado de investigar la situación a petición del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Según los expertos, las fuerzas de defensa y de seguridad congoleñas, así como los Bana Mura y también Kamuina Nsapu, una milicia local que se alzó en armas contra el Gobierno tras la muerte de su líder en agosto de 2016, "han matado deliberadamente a civiles, incluidos numerosos niños, y cometido atrocidades contra la población civil, principalmente mutilaciones, violaciones y otras formas de violencia sexual, tortura, y exterminio".
En este sentido, Melzer ha resaltado que su "mayor preocupación" es que "lo que se ve hoy podría ser únicamente el preludio de lo que está por venir". "En mi opinión, Kasai tiene ya las marcas que tenían Ruanda y Bosnia a principios de los noventa", ha subrayado.
"Kasai es a día de hoy un infierno que está a punto de salirse de control. Nuestros expertos han presentado las pruebas y ahora es momento de que los líderes mundiales actúen para evitar el próximo genocidio, el próximo éxodo de millones hacia todas las partes del mundo y la próxima tragedia imperdonable en la historia de la humanidad", ha sostenido.
El equipo de expertos, cuya creación fue acordada por el Consejo de Derechos Humanos en junio de 2017 y está compuesto por Bacre Waly Ndiaye, Fatimata M'Baye y Luc Côté, consideró que los ataques contra civiles de distintos grupos étnicos se han llevado a cabo "con un carácter generalizado o sistemático, constituyendo así crímenes contra la Humanidad". De hecho, añadieron que "algunos abusos pueden ser calificados de persecución por motivos étnicos".
"Estamos sorprendidos por la situación desastrosa que ha costado la vida a varios miles de personas y que perdura en la región sin atraer la atención ni en el plano nacional ni internacional", denunció el presidente del equipo de expertos, Bacre Waly Ndiaye. "Ya es hora de que la justicia ponga fin a estos crímenes si no se quiere que la dimensión étnica de este conflicto se agrave aún más", agregó.
Los expertos subrayaron que los crímenes y las destrucciones continúan dos años después del inicio del conflicto, lo que sigue provocando desplazamientos y otros abusos. En su momento álgido, el conflicto llegó a provocar el desplazamiento de hasta 1,4 millones de personas y unos 35.000 refugiados en la vecina Angola.
IMPACTO DEL CONFLICTO EN LOS NIÑOS
La violencia ha tenido un impacto especial en los niños, según el informe, que resalta que han sido "las principales víctimas y autores de las violencias". Así, denunciaron que la milicia Kamuina Nsapu ha enrolado en sus filas a menores de edad y sostienen que la cifra "es mucho más elevada" a la ofrecida por el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en agosto de 2017, que hablaba de 1.220 niños y 658 niñas, toda vez que "el reclutamiento continúa".
Según los expertos, numerosos niños han sido secuestrados, heridos, mutilados, detenidos o ejecutados y algunos han visto cómo sus padres eran asesinados, decapitados o sus madres violadas. M'Baye ha denunciado que "numerosos niños se han visto obligados a combatir, han sido puestos en primera línea sin armas o con armas falsas, o tradicionales, mientras que otros han sido obligados a matar y decapitar".
"No se imaginan la amplitud del trauma físico y psicológico que eso genera, sin hablar de su estigmatización, que requiere que alguien se haga cargo a largo plazo", dijo la experta.
VIOLENCIA SEXUAL
Por otra parte, el equipo de investigación de la ONU, que ha entrevistado a 524 víctimas, testigos, presuntos autores y otras fuentes y recabado documentación, denunció que numerosas mujeres han sido violadas, en ocasiones por varios asaltantes de forma simultánea o repetida, delante de su marido, sus hijos u otros miembros de su familia.
Muchas de estas mujeres víctimas de violencia sexual y violaciones han denunciado a los expertos sus dificultades, tanto en el plano médico como en el psicológico, pero también el ostracismo al que sus familias y sus comunidades les someten, así como las dificultades económicas y sociales consecuencia de ello.
La mayoría de las supervivientes se muestran reacias a denunciar sus casos por temor a ser estigmatizadas y a causa del sentimiento generalizado de desconfianza en la justicia, la ausencia de reparaciones efectivas y el aislamiento social del que son víctimas, subrayan los expertos.