El 'petista' tendrá que capitalizar el rechazo a Bolsonaro para revertir el resultado de la primera vuelta
RÍO DE JANEIRO, 27 (EUROPA PRESS)
Al académico Fernando Haddad (Sao Paulo, 1963) le cambió la vida el pasado 11 de septiembre, cuando se convirtió en el candidato presidencial del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, sustituyendo en la papeleta electoral al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), un mito para parte de los brasileños y en la cárcel desde el pasado abril por corrupción pasiva y blanqueo de fondos.
La Justicia vetó la candidatura del ex presidente y Haddad comenzó una campaña exprés. Tenía menos de un mes para lograr convencer a los brasileños de que él es Lula y aprovechar la mayor oportunidad de su vida.
Llegó a la primera vuelta del pasado 7 de octubre como segundo y así fue. Consiguió un 29 por ciento de los votos, un buen resultado teniendo en cuenta que competía con otros siete candidato, pero decepcionante porque el ultraderechista Jair Bolsonaro se quedó a solo cuatro puntos de proclamarse vencedor en primera vuelta, con un 46 por ciento.
Haddad es un abogado, con maestría en Economía y doctor en Filosofía, muy carismático entre los jóvenes progresistas. Nació en una familia de comerciantes libaneses y fue criado en una zona de clase media de Sao Paulo. Está casado con Ana Estela, una odontóloga, y tiene dos hijos.
Se afilió al PT con 20 años. Representa al ala moderada de la agrupación, habiendo sido un estudioso del marxismo. Aumentó su influencia desde su célebre cátedra de Ciencias Políticas en la Universidad de Sao Paulo. Había lista de espera para asistir a las clases.
SALTO A LA POLÍTICA NACIONAL DE LA MANO DE LULA
Su buen desempeño en las aulas le catapultó, en 2001, a un puesto en la Secretaría de Finanzas de Sao Paulo. Dio el salto a la política nacional cuando Lula llegó al poder, convirtiéndose en asesor del Ministerio de Planificación.
Su gran oportunidad llegó en 2005. El ex presidente brasileño decidió encargar al paulista, ya conocido por su buen talante, el cargo de ministro de Educación.
Haddad llevó a cabo importantes reformas, reconocidas por la comunidad internacional. Inauguró más de un centenar de campus universitarios y desarrolló las becas ProUni, que favorecieron el ingreso a la educación superior de pobres, negros e indígenas.
Brasil aumentó considerablemente sus índices de escolaridad durante los años en los que el ahora candidato a presidente estuvo a cargo del sector educativo.
ALCALDE DE SAO PAULO
Su buen desempeño animó a Lula a proponerle la candidatura a la Alcaldía de Sao Paulo, la urbe más poblada del país. Se convirtió en regidor de la ciudad en enero de 2013 y pronto inició un proceso de modernización urbana, construyendo kilómetros de carril bici.
Todo se torció en junio de 2013, cuando comenzó a surgir en la urbe un movimiento de protesta contra la subida de los precios de los autobuses, que dejó imágenes de vehículos calcinados y represión policial.
Haddad fue acusado de no saber cómo interactuar con la comunidad para solucionar la situación. También de no comunicar correctamente los éxitos de sus políticas.
Las protestas acabaron reproduciéndose por todo el país, dirigidas contra toda la clase política. Los brasileños estaban hartos de los casos de corrupción y dirigían sus críticas especialmente a los representantes del PT, el partido en el poder.
En 2016, en plena ola 'antipetista', no consiguió revalidar su mandato, tras obtener apenas el 16,7 por ciento de los votos. "La imagen negativa asociada al PT por cuenta de los escándalos de corrupción, unida a un candidato de oposición (Joao Doria) que explotó esa imagen negativa de manera intensa, acabaron llevando al 'petista' a la derrota en primera vuelta", comenta Jamil Marques, politólogo de la Universidad Federal de Paraná.
"Doria logró hacer, en el plano municipal, lo que Bolsonaro está intentando ahora: encarnar la figura del 'antipetismo' y mostrarse alejado de la política partidista tradicional", añade Marques.
PROMESAS DE ACABAR CON LA AUSTERIDAD
Haddad se presenta ahora a la Presidencia con un programa que promete acabar con las medidas de austeridad y aumentar el gasto para acabar con la recesión. Planea invertir en infraestructura con ayuda de las reservas internacionales del país. Admite que incrementaría la deuda en un primer momento, pero que después la reduciría. Quiere subir los impuestos a los ricos y bajárselos a los pobres.
La pregunta del millón es qué hará con Lula si llega al poder. Haddad ha descartado indultar al ex presidente. Dice que Lula rechaza el perdón porque quiere ganar en los tribunales y así demostrar su inocencia. Continuaría, eso sí, visitando la cárcel de Curitiba para recibir los consejos del líder 'petista'.
El apoyo de Lula es básico para Haddad, que no era el candidato favorito para una parte de los líderes del partido izquierdista, aunque su figura estuvo siempre sobre la mesa para renovar la formación tras la caída de otros líderes por corrupción.
"Lula tenía dos posibilidades: un candidato del noreste, plaza fuerte del PT, como Jaques Wagner, o un paulista como Haddad. El académico es más débil en conocimiento nacional, pero (...) su fuerte es su trayectoria en educación y su temple en debates públicos", explica Juan Manuel Karg, politólogo experto en sociedades latinoamericanas de la Universidad de Buenos Aires.
El movimiento es arriesgado en un país en el que la fidelidad es más personal que partidista. Haddad seguía siendo un desconocido para un tercio de la población, según una encuesta publicada antes de la primera vuelta.
"LULA ES HADDAD, HADDAD ES LULA"
La estrategia del PT ha sido una fuerte campaña publicitaria con el lema "Lula es Haddad, Haddad es Lula".
Pero lo cierto es que hay diferencias de peso entre ambas figuras. Lula es un sindicalista de base popular, con gran oratoria y de izquierda dura, mientras que Haddad se orienta más hacia la socialdemocracia europea y ha desarrollado su vida en círculos académicos de clase media.
El ahora candidato proyecta una imagen de mayor impermeabilidad hacia la corrupción, aunque ha sido denunciado por la Fiscalía de Sao Paulo por haber supuestamente recibido en 2012 alrededor de 570.000 euros de una constructora para pagar una deuda contraída durante su campaña electoral, a cambio de contratos públicos, algo que Haddad niega.
El impulso de Lula le sirvió para asegurar su plaza en la segunda vuelta, pero a juzgar por los sondeos no será suficiente para conquistar el Palacio de Planalto.
Haddad ha pasado estas semanas intentando conformar un frente anti Bolsonaro con el que no ha tenido mucho éxito porque los candidatos descartados el 7 de octubre han optado en su mayoría por mantenerse neutrales y dar libertad de voto a sus simpatizantes.
Una última encuesta muestra que ha recortado distancia con Bolsonaro, que ha pasado de más de diez puntos de ventaja a tan solo seis. "Es imposible decir si habrá una migración continua de votos" hacia Haddad que pueda revertir el resultado de primera vuelta, ha estimado el analista jefe de Datafolha, Mauro Paulino.