PUERTO PRÍNCIPE, 1 Abr. (de la enviada especial de EUROPA PRESS, Carolina Jiménez) -
El Gobierno haitiano ha puesto en marcha un plan para reabrir las escuelas de forma progresiva desde el próximo lunes 5 de abril, casi tres meses después del terremoto, con el fin de devolver a los niños del país cierto grado de normalidad y, además, garantizar que reciben comida caliente, una comida que para muchos será la única que tomen en todo el día.
Eso sí, los niños de Haití "no están preparados" para volver a sentarse en un pupitre a estudiar. "Ahora tienen que jugar y cantar, actividades para superar el trauma del terremoto y que les devuelvan el sentimiento de normalidad", según explicó la oficial del Programa Mundial de Alimentos (PAM) de la ONU Monste Barroso, en la escuela familia San Vicente de Paúl de Puerto Príncipe, que fue visitada hoy por la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, y la secretaria de Estado de Cooperación, Soraya Rodríguez.
Los cimientos de la escuela siguen en pie, pero su fachada tiene aún enormes boquetes causados por el seísmo y las instalaciones no han sido declaradas "seguras" por el Ministerio de Educación local. Por eso, en ésta como en muchas otras escuelas, las clases comenzarán progresivamente y bajo tiendas de campaña, el mismo espacio en el que siguen viviendo, en refugios temporales, 1,3 millones de personas en todo el país.
Aún no hay clases, pero esta escuela desempeña ya un papel importante en la reconstrucción, porque cada día da comida caliente --raciones de 800 calorías-- a unos 400 niños de entre cuatro y 14 años. Alimentación y escuela son un tándem perfecto: la ración de comida es un incentivo para que los niños sean escolarizados y, a la inversa, la escuela les garantiza una nutrición adecuada. De hecho, el Gobierno haitiano ha pedido al PAM que empiece a dar raciones diarias en todas las escuelas del área metropolitana de Puerto Príncipe, con lo que esta agencia de la ONU superará con creces su previsión inicial de atender a 800.000 niños en todo el país, explicó la danesa Anne Poulsen, también del PAM.
"LA ÚNICA COMIDA DEL DÍA"
"Esta comida caliente es muy importante, porque algunos es la única que comen al día. No en Puerto Príncipe, pero sí en zonas rurales, hay niños que andan dos y tres horas para ir a la escuela y, si no han comido el día anterior no sólo tendrán debilidad física, sino que estarán débiles también para aprender", recalcó esta responsable.
La normalidad empieza también a abrirse paso en las calles de Puerto Príncipe, donde los escombros del terremoto y los campos de desplazados se alternan con los comercios que resistieron la sacudida --salones de belleza y venta de lotería cada pocos metros-- y los minibuses multicolores esperan pacientemente que se disuelva el atasco.
Tras la fase de ayuda de emergencia, comienza la reconstrucción, pero bajo la amenaza de la inminente llegada de las lluvias. En el campo de Mais Gaté, en plena capital, los enviados de Cruz Roja Española han empezado a esparcir grava para sujetar la tierra sobre la que se extiende un mar de tiendas de campaña y a colaborar con la ONG Care para un nuevo sistema de drenaje de agua.
Aquí viven 660 familias, 3.700 personas, y la tarea principal de los cooperantes de Cruz Roja es facilitar agua potable --unos 30.000 litros diarios-- y promover buenas prácticas higiénicas para prevenir epidemias, según explicó uno de ellos, Pablo Valero. Esas buenas prácticas les sirvieron a sus habitantes para una obrita de teatro que interpretaron ante la delegación española que los visitó hoy. Cruz Roja Española desempeña tareas similares de agua y saneamiento en un total de 28 campos donde viven 90.000 haitianos que perdieron sus casas en el terremoto.