MADRID, 7 Feb. (José María Peredo Pombo, catedrático de Comunicación y Política Internacional de la Facultad de Ciencias Sociales y Comunicación de la Universidad Europea) - .
La presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, se aproxima al final de su carrera política mientras se enfrenta a un tenebroso caso de terrorismo con la derivada de la muerte del fiscal Alberto Nisman, que mantiene en vilo a los argentinos y a la opinión pública internacional.
Esta perspectiva sitúa a la presidenta en una película de terror. Por un lado, el más que probable asesinato del fiscal Nisman encargado del caso del atentado antisemita en AMIA en 1994. Por otro, la implicación del Gobierno en el más que probable encubrimiento de Irán en tal acción.
Los dos asuntos entrelazados en una espiral de rumores y tuits que han dejado perplejos a los argentinos, cansados ya de observar a los presidentes Kirchner como el italianaje mirón miraba de reojo los crímenes en los tugurios que Borges describió en los cuentos de la 'Historia Universal de la Infamia'.
EL FIN DE UNA ERA
Fernández de Kirchner llega al final del último mandato del matrimonio Kirchner, habiendo devuelto Argentina al seno del populismo social que nació con "los descamisados" de aquel país y que sucesivamente ha empobrecido a mexicanos, peruanos o venezolanos en sus diferentes versiones. Todas ellas coincidentes en una premisa universal para toda Latinoamérica: o yo (nosotros en el caso de los Kirchner) o la alternativa del capital y los 'gringos' o los 'milicos'.
La imagen de la presidenta ha sido tan omnipresente en estos años dentro y fuera del Río de la Plata que desde ahora una imponente cantidad de segundones políticos han tenido que iniciar la carrera hacia la sucesión que tendrá lugar en las elecciones del próximo mes de octubre.
Y poder así construir una alternativa de gobierno que reúna a sectores políticos distantes y enfrentados cuya única premisa coincide en el deseo de borrar de la memoria los días del 'kirchnerismo'. Porque las diversas modificaciones legislativas que ha propiciado Fernández de Kirchner y su capacidad de instigación han conseguido que se fracturen todas las opciones políticas y se abra la puerta a cualquier posible coalición antes de las primarias de este verano y después de la elección.
EL FUTURO DEL 'KIRCHNERISMO'
Si el justicialismo, otrora, estuvo tradicionalmente compuesto por líderes con sensibilidades diferentes para entender y desarrollar el movimiento 'peronista', los descendientes de la política tradicional argentina y los nuevos 'pibes de oro' parecen movidos por la voluntad de encontrar una única manera de darle la vuelta al país.
Incluso el Frente para la Victoria espera la puesta en escena de diversas candidaturas, además de la del gobernador de la provincia de Buenos Aires, el justicialista Daniel Scioli. Sea cual sea al final el candidato oficial, deberá vérselas en campaña con el antiguo y díscolo 'kirchnerista' Sergio Massa, que camina con paso firme desde su Frente Renovador.
TABLERO OPOSITOR
Fuera de lo que los propios argentinos denominan 'kirchnerismo', los radicales intentan construir a través de la Unión Cívica Radical una opción única y de centro izquierda que podría terminar liderando Ernesto Sanz. Para que fuera una opción creíble, debería ser capaz de aglutinar a otras fuerzas de izquierda.
Al estilo de lo que está haciendo Mauricio Macri, ex presidente de Boca Juniors y máximo dirigente de la ciudad autónoma de Buenos Aires. Su Propuesta Republicana (PRO) de orientación nacionalista, quiere agrupar fuerzas y rostros de la política argentina vengan de donde vengan, menos del Palacio Presidencial. Su reciente acuerdo con la congresista Elisa Carrió, ha despertado la alarma entre los políticos de la casta tradicional.
El rompecabezas electoral no podría haber tenido una pieza más trágica que la muerte de un fiscal que combatía como tantos ciudadanos para pasar las páginas de la historia de Argentina con honor. Un tiro le ha roto el cerebro y la vida cuando Nisman luchaba con la Justicia contra el horror de un crimen sanguinario y un Estado infectado por el encubrimiento de los responsables. Triste final para la Presidencia de Kirchner.