PARÍS, 22 Mar. (Reuters/EP) -
La líder ultraderechista francesa Marine Le Pen, candidata a la Presidencia por el Frente Nacional en las elecciones de abril y mayo, ha acusado al Gobierno de permitir que radicales islamistas se hayan hecho con el control de los suburbios de las grandes ciudades y ha reclamado una revisión de la política de seguridad tras los asesinatos de Toulouse y Montauban en los que murieron siete personas.
"El Gobierno está asustado", ha dicho Le Pen en una entrevista a la emisora de radio France Info en la que ha retomado su discurso más duro en materia de seguridad, a un mes de unas elecciones a las que acude tercera en los sondeos, por detrás del actual presidente, Nicolas Sarkozy, y el candidato socialista, François Hollande.
"Llevo diciendo esto diez años. Barrios enteros están en manos de fundamentalistas islámicos y reitero que se ha subestimado este peligro", ha advertido, después de que el joven franco-argelino Mohamed Merah, presunto autor de los crímenes de Toulouse y Montauban, muriese durante un asalto a la vivienda donde permaneció más de 24 horas atrincherado.
Le Pen ha insistido en que "la paz social y civil" en algunas zonas del extrarradio de las grandes ciudades está comprometida por estas redes radicales, a las que supuestamente pertenecía Merah, que llegó a definirse durante el asedio policial como un muyahidín bajo órdenes de Al Qaeda.
La líder del Frente Nacional ha acusado a los servicios de Inteligencia francesa de no seguir como debiera al joven pese a que éste había sido arrestado en varias ocasiones y presumía de formar parte de la red que encabeza Aiman al Zawahiri. Para Le Pen, las autoridades deberían vigilar de cerca el "fascismo verde" que, a su juicio, está creciendo en Francia.
Actualmente, unos 600.000 musulmanes viven en el país galo, que cuenta en total con 65 millones de habitantes. Los críticos de Le Pen consideran que la máxima representante del Frente Nacional estigmatiza a una parte importante de la sociedad, tal como ha vuelto a recordar este jueves el líder izquierdista Jean-Luc Melenchon, que ha pedido separar "la segunda religión del país" de las actividades de un "loco".