JUBA (SUDÁN), 14 (Reuters/EP)
Más de 40 milicianos y dos soldados han muerto después de que una guerrilla atacase Malakal, capital del estado de Alto Nilo, en la región de Sur de Sudán, y tomase como rehenes a más de 100 niños de un orfanato antes de ser reducidos, según informó el Ejército de Sur de Sudán.
Los rebeldes insurgentes atacaron Malakal el sábado, el último acto de insurgencia en la zona que amenaza con desestabilizar la región Sur ante su futura independencia, prevista para el 9 de julio.
Algunos de los rebeldes se atrincheraron en un orfanato y secuestraron a 130 niños, según la ONU, trabajadores de asociaciones de ayuda y el portavoz del SPLA, el Ejército de Sur de Sudán, Philip Aguer.
"Los atacantes se intentaron esconder allí. Los huérfanos y el personal fueron liberados más tarde sin ningún daño", explicó Aguer. Los trabajadores de organizaciones de ayuda dijeron que un sacerdote lideró las negociaciones para liberar a los niños.
Aguer informó de que el SPLA se enfrentó a la guerrilla y que por un momento les expulsaron de la localidad. Más de 40 insurgentes y dos soldados murieron, según Aguer, que no dio cifras sobre las bajas civiles. Las cifras doblan a la que se ofrecieron el día de los combates.
Los trabajadores de organismos de ayuda dijeron, bajo anonimato, que vieron al menos tres cuerpos de civiles muertos el sábado. Además, dijeron que escucharon disparos y explosiones desde primera ahora de la mañana hasta la tarde.
El líder insurgente George Athor asumió la responsabilidad de los ataques, explicando que uno de sus subordinados intentaba conseguir armas, pero que fueron rechazados por una ofensiva.
Athor, antiguo oficial del SPLA, comenzó su insurgencia el pasado año después de que perdiera las elecciones para gobernador del estado de Jonglei en abril, asegurando que fueron amañadas.
Cerca del 99 por ciento de los sursudaneses votaron a favor de la independencia en el referéndum de enero acordado por el acuerdo de paz de 2005 que acabó con al guerra civil de 2005.
La guerra civil de Sudán, entre el régimen musulmán de Jartum, y el Sur, donde la mayoría son cristianos y de religiones tradicionales, ha provocado la muerte de unos dos millones de personas.