Juegan a la guerra y dibujan helicópteros lanzando barriles bomba sobre sus casas
MADRID, 15 Mar. (EDIZIONES) -
Los niños son uno de los sectores más vulnerables en periodo de guerra y el caso de Siria, donde el conflicto entra ya en su quinto año, no es una excepción. De acuerdo con los datos del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) hay 5,6 millones de niños desplazados dentro del país y otros casi 2 millones que han buscado refugio en los países vecinos.
En los niños a los que ha podido atender Médicos Sin Fronteras (MSF) se ha constatado un nivel cada vez mayor de agresividad, que les hace pelearse y jugar 'a la guerra', e igualmente un alto grado de trauma y estrés por lo que han vivido, ya que son pocos los que no han perdido a algún familiar o conocido o no han visto casos de violencia en primera persona.
"Vemos todo tipo de niños. Algunos están más equilibrados, pero es obvio que la guerra les ha afectado a todos de una manera u otra", cuenta Abú Omar, un psicólogo que trabaja con niños refugiados sirios en Turquía en el último informe de MSF, 'La realidad de Alepo: vivir bajo los barriles bomba'.
"Los niños que se quedaron más tiempo en Siria antes de convertirse en refugiados fueron testigos de muchas cosas y lograron desarrollar algunos mecanismos de adaptación para hacer frente al trauma. Pero vieron mucha muerte y destrucción y parece que la han 'normalizado', algo que tampoco es demasiado bueno", destaca.
Este psicólogo ha constatado casos de niños de 15 años que mojan la cama, mientras que las pesadillas, los problemas para dormir, la ansiedad y la inseguridad son circunstancias comunes para la inmensa mayoría. "Los niños con alguno de sus padres muerto en los bombardeos tienden a mostrar patrones de comportamiento más violentos y agresivos que los otros", precisa.
Algunos niños también han resultado heridos en los bombardeos o atentados. Según MSF, aunque se les intenta distraer con juegos y juguetes, su conversación a menudo vuelve a la guerra. Además, suelen ser menos participativos y se muestran más desanimados. Cuando se les pide dibujar a sus familias, son muchos los que dibujan barriles bomba cayendo sobre sus casas. Asimismo, es habitual que jueguen a juegos relacionados con la guerra y que hablen de combatir.
Foto: Médicos Sin Fronteras
HABLAN DE AVIONES Y MUERTOS
Uno de estos niños es Mohamed, que a sus 6 años huyó de un día para otro junto a su familia de los bombardeos en Alepo hacia Turquía. "Todavía no se ha recuperado de los acontecimientos que vivió en Siria y a menudo piensa y habla de aviones, de las bombas, de los ataques en las mezquitas, de los muertos", explica un trabajador comunitario de salud en Kilis, Turquía.
"Tiene pesadillas frecuentes y piensa en la guerra constantemente. A menudo siente miedo y hasta los sonidos más leves le atemorizan. Está enfadado con la gente que combate en la guerra, con quienes le hicieron abandonar su hogar y el colegio", añade.
El abandono de la escuela también deja mella en los niños. Al no ir a clase, además de no seguir con su formación, ven rotas sus relaciones con sus amigos y se ven obligados a quedarse en casa, sin apenas posibilidades de jugar al aire libre, algo muy importante para su desarrollo saludable, resalta MSF.
Mahmud, de 15 años, "estaba jugando al fútbol con su hermano cerca de su casa en Alepo. Un proyectil cayó justo donde estaban jugando", cuenta en el informe un psicólogo que trabaja en Kilis. "Mahmud perdió el conocimiento y fue llevado al hospital, cuando despertó se dio cuenta de que le habían amputado las dos piernas y de que su vida, desde ese momento, ya nunca sería igual", añade.
"Un mes después del incidente, Mahmud se me acercó sonriendo y haciendo virguerías con la silla de ruedas. Tenía ganas de recuperarse y de que le pusieran unas prótesis para poder volver a caminar", explica este psicólogo.
Foto: Médicos Sin Fronteras
NACER EN MEDIO DE UNA GUERRA
Tampoco es fácil nacer en medio de una guerra. MSF ha observado en el caso de Alepo, donde centra su actividad en el país, un aumento de las complicaciones obstétricas debido al estrés que sufren las mujeres embarazadas. Son muchas las que sufren abortos y las que dan a luz antes de tiempo.
Estos bebés prematuros necesitan cuidados especiales que actualmente son muy difíciles de ofrecer en Alepo, cuya parte este, bajo control rebelde, está prácticamente sitiada por las fuerzas leales al régimen de Bashar al Assad. Además, la falta de electricidad provoca en ocasiones desastres, como ocurrió en un hospital donde murieron tres bebés prematuros, según MSF.
Pese a los grandes problemas de suministro que hay en esta parte del país, no se han detectado "aún casos de malnutrición severa", según explica Teresa Sancristóval, responsable de la Unidad de Emergencias de MSF. Los residentes de Alepo aún pueden ir a cultivar sus terrenos en los alrededores de la ciudad, lo que explicaría que todavía no haya casos de desnutrición, si bien "el deterioro nutricional no es de un día a otro".
Otro factor del que, según la ONG se habla poco, es "la ruptura de las relaciones sociales y familiares". Muchas personas han perdido sus trabajos y los precios de los bienes de primera necesidad han aumentado considerablemente. A esto se une el que los niños no pueden ir a la escuela y se quedan en casa y a la pérdida de familiares, lo que puede crear "una enorme tensión en la vida de las familias", resalta MSF.
Foto: Médicos Sin Fronteras
"No sé cómo arreglar a mi familia", admite en el informe uno de los trabajadores del hospital que la ONG tiene en Al Salama, en Alepo. "Creo que está rota. Trabajo todo el día para ellos y al regresar a casa encuentro que mi esposa ha perdido la paciencia de nuevo con nuestros hijos y está siendo violenta con ellos. Si trato de hablarle no escucha. Ya casi no controlo la situación y como padre de familia, siento que no estoy cumpliendo con mis responsabilidades", se lamenta.
Los psicólogos que han tratado con los miles de refugiados sirios que han cruzado hacia Turquía han podido constatar un enfriamiento en las relaciones entre matrimonios debido al estrés vivido, así como casos de miembros de una misma familia que han dejado de hablarse entre sí o que incluso se pelean, por tener distintos posicionamientos políticos.
Además, explica el informe, a los padres les resulta cada vez más difícil tratar con sus hijos, que cada vez se muestran más nerviosos y agresivos. Y entre los padres es común el sentimiento de frustración por no poder proporcionar a sus familias suficientes recursos. De ahí el que, según MSF, se estén registrando niveles de violencia entre hombres y mujeres, y entre padres e hijos, mayores a los que había antes del conflicto".