LISBOA, 23 Ene. (EUROPA PRESS) -
Los portugueses están llamados de nuevo este domingo a las urnas para elegir quién será el presidente de la República durante los próximos cinco años, en un momento clave en términos políticos que, salvo sorpresas, situará de nuevo a un conservador al frente de la Jefatura de Estado.
El actual presidente, Anibal Cavaco Silva, pone fin a diez años de mandato que le han dado especial protagonismo en su parte final, a raíz de una inestabilidad política y económica que ha incluido un rescate financiero y un abrupto cambio en el signo político del Gobierno, ahora en manos de la izquierda.
Cavaco Silva, aupado por los grupos conservadores, ha intensificado en los últimos meses sus llamamientos al consenso y la estabilidad, una consigna a la que previsiblemente tendrá que seguir agarrándose su sucesor. La figura del presidente es vista en Portugal como un mediador en caso de conflicto político.
Marcelo Rebelo de Sousa, un antiguo líder del Partido Social Demócrata (PSD) reconvertido en analista político, figura como favorito. La mayoría de las encuestas le conceden una intención de voto superior al 50 por ciento, lo que evitaría la segunda vuelta en un escenario donde el socialista António Sampaio da Nóvoa figura 'a priori' sin opciones.
PODER PRESIDENCIAL
El futuro presidente deberá coexistir con un Gobierno de izquierdas liderado por el Partido Socialista (PS) y respaldado por comunistas y Bloque de Izquierda. Este Ejecutivo llegó al poder en noviembre de 2015 tras tumbar en el Parlamento a la coalición que encabezaba Pedro Passos Coelho, del PSD.
El Gobierno socialista tiene ante sí el reto de demostrar que es capaz de mantenerse a pesar de sus delicadas alianzas, si bien la oposición ha aireado su temor a que no termine la legislatura. A partir del 4 de abril, seis meses después de las últimas elecciones, los portugueses podrían ser convocados de nuevo a las urnas.
El presidente tiene el poder de cesar al primer ministro, una situación límite que pocos se atreven a pronosticar, habida cuenta de la polémica que ya generó el papel de Cavaco Silva durante el convulso escenario postelectoral.