EL CAIRO, 28 Nov. (Reuters/EP) -
Las primeras elecciones celebradas en Egipto desde la caída, el pasado 11 de febrero, del presidente, Hosni Mubarak, han arrancado en nueve de las provincias del país sin apenas incidentes y en un contexto marcado por la aparente alta participación.
Los comicios, que servirán para determinar la nueva composición de la Cámara Baja y se desarrollarán en varias fases, marcan un hito en la historia egipcia y llegan envueltos en polémica. Cientos de miles de personas han vuelto a salir a las calles en las últimas semanas para reclamar al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, que gobierna el país desde la salida de Mubarak, que ceda el poder a una administración civil y convoque cuanto antes elecciones presidenciales.
La votación, que se prolongará durante seis semanas y se desarrollará en tres fases, con dos días para cada una de ellas, marcará hasta qué punto los islamistas vetados en el antiguo régimen han ganado peso entre la población. Los Hermanos Musulmanes, el principal movimiento político, confían en que su partido obtenga un buen resultado, si bien todos los grupos están a la espera de ver cómo el sistema electoral, complejo, refleja finalmente la voluntad popular.
El sistema establece que los egipcios elijan tanto listas de partido como candidatos individuales. Los vencedores dentro de este último grupo serán anunciados el miércoles, de tal forma que se pueda celebrar una segunda vuelta el 5 de diciembre, mientras que las listas vencedoras no serán confirmadas hasta que el proceso haya concluido el próximo 11 de enero.
DOS HORAS MÁS
La junta militar se ha visto obligada este lunes a ampliar sobre la marcha en dos horas el cierre de los colegios para responder a la alta participación, que ha quedado patente con largas colas junto a estos centros.
"Queremos lograr una diferencia, aunque estemos preocupados por el punto al que ha llegado el país", ha dicho Maha Amin, de 46 años, antes de depositar su voto en uno de los barrios ricos de El Cairo. Wafa Zaklana, de 55 años y que ha participado por primera vez en unas elecciones, se ha confesado "feliz" por "ser parte" de esta nueva fase de la historia egipcia.
Desde la ciudad de Alejandría, la segunda mayor del país, el ingeniero de 34 años Walid Atta ha destacado que se trata de "las primeras elecciones reales en 30 años". "Los egipcios estamos haciendo historia", ha destacado.
EL PAPEL DE LOS HERMANOS
En la localidad de Damietta, en el delta del Nilo, algunos votantes como Ayman Soliman, de 35 años y simpatizante de los islamistas moderados de Wasat, ha criticado que organizaciones como los Hermanos Musulmanes se hayan desmarcado de la nueva revolución contra la junta militar. "Los Hermanos han perdido más en los últimos tres meses que lo que habían construido en tres décadas", ha lamentado.
Este grupo islamista cuenta con ventajas respecto a sus rivales y dispone, entre otros elementos, de una organización disciplinada y de una marca reconocida como opositores a Mubarak.
Algunos miembros de los Hermanos Musulmanes acudieron este lunes con ordenadores portátiles a las inmediaciones de los colegios electorales para informar a la gente de dónde debían ir a votar. La información la entregaban en un folio que llevaba impreso también el nombre y símbolo del Partido Libertad y Justicia.
"Al menos no están dando fruta dentro del colegio electoral", ha dicho Mouna Zuffakar, miembro de la Organización para los Derechos Humanos en Egipto y que ha denunciado un extendido incumplimiento de la normativa que prohíbe hacer campaña en estos puntos.
En varias localidades del país, entre ellas Alejandría, hombres y mujeres han votado por separado, en una demostración del peso de las tradiciones musulmanes. Egipto, con 80 millones de habitantes, cuenta tan sólo con un 10 por ciento de población católica.