El reto de Bernardino León: forjar un gobierno de unidad en Libia

Representantes de la Secretaría General para Libia
Foto: PIERRE ALBOUY / REUTERS

Pese a lo difícil de la empresa sigue siendo la única solución razonable

   MADRID, 20 Mar. (Por Mattia Toaldo, investigador del Consejo Europeo sobre Relaciones Exteriores, ECFR) -

   El enviado especial de la ONU para Libia, Bernardino León, no es ajeno a las labores difíciles pero esta vez tiene ante sí realmente un reto: reunir un gobierno de unidad nacional en este país asolado por la guerra logrando un acuerdo entre los dos gobiernos alternativos y decenas de milicias diferentes.

   El gobierno reconocido internacionalmente de Abdulá al Thinni se encuentra en Tobruk y Beida, dos ciudades próximas a la frontera con Egipto, a 1.000 kilómetros de Trípoli, donde están los ministerios y las agencias gubernamentales.

   La capital está controlada por un gobierno alternativo fijado por la coalición Amanecer de Libia que agrupa a milicias de la ciudad de Misrata, islamistas y otras ciudades de la Tripolitania, la provincia más occidental del país.

   El gobierno de Tobruk controla algunas partes del este de Libia mientras que Benghazi, la segunda ciudad del país, es un terreno de batalla entre el Ejército Libio Nacional (los remanentes de las fuerzas armadas de Muamar Gadafi ahora leales a Tobruk) y Ansar al Sharia, un grupo terrorista incluido en la lista negra de la ONU en 2014. Ansar al Sharia mantiene una alianza de conveniencia con Amanecer de Libia, la coalición que controla Trípoli.

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CONVERSACIONES EN MARRUECOS

   Las conversaciones en Marruecos está previsto que se reanuden este viernes tras una suspensión de casi una semana. Las esperanzas han ido y venido: hace dos semanas las partes parecían a punto de anunciar la composición del nuevo gabinete pero a la semana siguiente la delegación del parlamento de Tobruk se retiró y anunció que volvería con un grupo de diez asesores.

   La delegación del gobierno de Trípoli lo tuvo complicado para llegar ayer a Marruecos, ya que el único aeropuerto abierto en la capital fue bombardeado ayer por la mañana por las fuerzas leales al gobierno de Tobruk, lo que dejó un agujero de 12 metros de profundidad en la pista.

   De hecho, pese a las conversaciones de paz, los enfrentamientos han continuado con bombardeos recíprocos de los principales aeropuertos, lo que se suma a las ya miserables condiciones de la infraestructura de transporte en Libia, tras casi un año de guerra civil. Todos los grandes aeropuertos internacionales están cerrados y los países vecinos han cerrado prácticamente sus pasos fronterizos con Libia, excepto Túnez, que alberga a alrededor de un millón de libios.

   El general Jalifa Haftar lanzó una insurgencia anti-islamista hace un año y ahora encabeza las fuerzas armadas del gobierno reconocido internacionalmente. Tras el anuncio parte de los servicios de seguridad tunecinos de que al menos uno de los atacantes del Museo del Bardo había sido entrenado en Libia, Haftar pidió a Occidente armas para su ejército con el fin de combatir a Estado Islámico.

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ESTADO ISLÁMICO

   El grupo terrorista se ha estado estableciendo en Libia desde la primavera de 2014, cuando decenas de yihadistas libios que habían luchado en la brigada Battar en Siria comenzaron a regresar a casa. Empezando por la ciudad oriental de Derna, tradicionalmente cuna de radicales incluso bajo Gadafi, gradualmente se ha extendido hasta llegar a Trípoli, donde atacó varias embajadas (cerradas desde el pasado verano por los combates) y el principal hotel en el que se alojan el resto de expatriados en Trípoli, matando a un estadounidense y un francés.

   Dado lo poroso de las fronteras entre Túnez y Libia, no ha sido ninguna sorpresa que un responsable de seguridad tunecino dijera que los atacantes del Museo del Bardo probablemente habían recibido entrenamiento en Libia.

   Entretanto, la situación de seguridad y humanitaria se está desmoronando. Los hospitales carecen de medicinas básicas y suministros, los cortes de electricidad son muy frecuentes y prolongados, trasladarse de una localidad a otra es extremadamente peligroso.

   Incluso la capital, que gozó de relativa seguridad durante la Navidad, es ahora mayoritariamente una zona de exclusión para los extranjeros con la mayoría de las embajadas cerradas. Incluso los responsables del gobierno de Trípoli tienen que adoptar precauciones extra por miedo a ser atacados por terroristas.

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GOBIERNO DE UNIDAD NACIONAL

   El gobierno de unidad nacional que está facilitando León debería ser una respuesta a muchos de estos problemas, pero es un reto. Los dos gobiernos representan coaliciones amplias y laxas, sin una estructura centralizada de toma de decisiones y con escaso control sobre lo que queda de maquinaria gubernamental.

   Hay cientos de milicias en nómina del gobierno, mientras que los políticos que participan en las conversaciones de paz a menudo tienen escaso poder para frenar los enfrentamientos sobre el terreno. La cadena de mando dentro de los grupos armados no está clara, así que ha resultado casi imposible convocar una vía militar paralela para las conversaciones con el fin de garantizar la aplicación del alto el fuego.

   Los problemas de León no se limitan a Libia. Las principales potencias regionales, como Emiratos Árabes Unidos y Egipto, han estado apoyando material y políticamente al bando de Tobruk mientras que Turquía, Qatar y Sudán han sido acusadas de respaldar a Trípoli.

   El primer eje ha pedido repetidamente que se levante el embargo de armas de la ONU al gobierno reconocido internacionalmente en nombre de la lucha contra Estado Islámico. Se ha encontrado con la oposición en el Consejo de Seguridad, donde España ha estado muy activa en mantener el embargo.

   La mayoría de los funcionarios occidentales están convencidos de que ya hay demasiadas armas en el país, mientras que las peticiones de Tobruk de aviones de combate y helicópteros parecen destinadas más a tomar la avanzadilla en la guerra civil que a combatir a los grupos terroristas.

   Por último, León tiene un problema en las capitales occidentales también. Los europeos y los estadounidenses han emitido repetidamente declaraciones conjuntas diciendo que la mejor manera de combatir a Estado Islámico es estableciendo un gobierno de unidad bajo los auspicios de la mediación de León.

LA PACIENCIA SE AGOTA

   Pero la paciencia se está agotando tras cada nuevo ataque de Estado Islámico como el de esta semana en Túnez. Los rumores de una inminente intervención italiana junto a Tobruk han dado a ese bando la impresión de que si se las arreglan para demorar más las conversaciones, al final no tendrán que cerrar un acuerdo de reparto de poder porque Occidente se pondrá de su lado en nombre de la lucha contra Estado Islámico.

   Los nombres para el nuevo gobierno de unidad han circulado en las redes sociales y los medios, pero la mayoría de ellos eran bromas como el rumor de que la ONU había pedido al antiguo comandante terrorista Abdelhakim Belhaj que formara parte del ejecutivo. Estos rumores forman parte de la propaganda de guerra entre las dos partes y es fácil adivinar que están siendo circulados por aquellos que quieren desacreditar las conversaciones.

   Y los nombres son el último de los problemas incluso si se llega a un acuerdo. El primero es la localización del nuevo ejecutivo: la capital ahora no es segura y los responsables serían atacados fácilmente por Estado Islámico. Al contrario, el gobierno tiene sentido solo si controla la capital, donde están los ministerios y las agencias.

   Este es de hecho el segundo problema: si el nuevo gobierno recuperaría el control de la maquinaría del estado y especialmente de las instituciones que gestionan la riqueza petrolera, o lo que queda de ella.

   Por último, no está claro qué órgano legislativo legitimizaría al nuevo gobierno: ¿la Cámara de Representantes, reconocida internacionalmente, que ha sido incapaz (o no ha querido) reunirse fuera de Tobruz o el Congreso General Nacional en Trípoli donde los islamistas tienen el control?

ÚNICA SOLUCIÓN RAZONABLE

   Así que, ¿por qué está esforzándose tanto León en algo que no necesariamente funcionará? Porque todavía parece ser la única solución razonable que podría acabar gradualmente con la guerra civil y combatir a Estado Islámico.

   Las operaciones del general Haftar, que comenzaron en mayo del año pasado, no han funcionado. Ha anunciado varias veces que iba a controlar Benghazi pero nunca lo ha conseguido. Se encuentra a varios cientos de kilómetros de Trípoli y no está claro si controla a todas las tropas que son nominalmente leales al gobierno de Tobruk.

   El gobierno de Trípoli ha negado la existencia de Estado Islámico durante mucho tiempo, diciendo que era una conspiración por miembros del antiguo régimen. Cerró alianzas con grupos terroristas como Ansar al Sharia, cuyos combatientes están desertando ahora para unirse a Estado Islámico. Solo ahora, y solo los grupos de Misrata, están combatiendo contra Estado Islámico pero podría resultar ser demasiado tarde.

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