ESTOCOLMO, 13 Jul. (Reuters/EP) -
Las fuerzas de seguridad de Suecia han intensificado la represión contra los inmigrantes ilegales desde el atentado cometido en Estocolmo el pasado 7 de abril, en el que un hombre arrolló con un camión a una multitud y mató a cinco personas.
Aunque las autoridades suecas ya habían endurecido el control sobre la inmigración, la Policía ha intensificado su actividad al respecto desde el atentado, perpetrado supuestamente por el ciudadano uzbeko Rajmat Akilov, al que se le había negado su petición de asilo. El director de la unidad de Policía a cargo de los controles fronterizos nacionales, Jerk Wiberg, ha declarado que las fuerzas de seguridad tienen ahora "una cantidad ilimitada de trabajo".
En los últimos meses, la Policía ha realizado redadadas en los centros de trabajo para revisar papeles, identificar a los trabajadores no documentados y advertir a los empleadores, lo que ha provocado un acalorado debate en el país, tradicionalmente tolerante con los inmigrantes. En 2016, la Policía realizó cerca de 1.100 redadas en centros de trabajo, casi tres veces más que las realizadas en 2015, en las que se detuvo a 232 inmigrantes ilegales. Al menos 20.000 solicitudes de asilo fueron rechazadas.
El Gobierno ha destinado 800 millones de coronas adicionales (algo más de 83 millones de euros) al presupuesto policial de este año para reforzar el control sobre la inmigración y ha pedido a la agencia de inmigración que aumente el número de camas en los centros de detención. La ampliación del poder policial incluye redadas en los centros de trabajo sin aviso ni acusación previa, así como altas sanciones económicas por emplear a inmigrantes ilegales.
En 2015, el país nórdico recibió la cifra récord de 160.000 refugiados. La semana pasada, la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO) destacó la caída de demandas de asilo en Suecia, un 82 por ciento hasta los 28.790, debido al aumento de la presión migratoria a través de controles fronterizos y otras medidas.
La potencia humanitaria que una vez fue el país nórdico parece estar cambiando. Según las conclusiones de un estudio realizado este año por la Universidad de Gotemburgo, el 52 por ciento de los suecos preferiría acoger a menos refugiados en el país, mientras que el 24 por ciento de los habitantes se oponen por completo a la acogida.
En marzo, Demócratas de Suecia, un partido contrario a la llegada de inmigrantes, superó al Partido Moderado y se convirtió en la segunda formación en intención de voto, según los sondeos. El auge de los Demócratas de Suecia ha coincidido con el aumento de la preocupación social por la llegada de inmigrantes. El creciente sentimiento xenófobo se ha traducido también en un retroceso de los tradicionales partidos mayoritarios. Los socialdemócratas habrían pasado del 31 por ciento de los votos en los comicios de 2014 a rondar el 27 por ciento.
"ANTES HABÍA TOLERANCIA"
"Suecia era un buen país", ha contado a Reuters Ehsanulla Kajfar, un refugiado afgano de 38 años. "Ahora, aunque tengo un permiso de residencia de Italia y estoy registrado en la Hacienda sueca, estoy encerrado en un centro de detención", ha dicho Kajfar.
El nicaragüense Hugo Eduardo Somarriba Quintero, de 37 años, ha asegurado que fue detenido injustamente después del atentado de Estocolmo debido a un error de las autoridades. A pesar de que la Agencia de Migración confirmó los detalles de su caso y lo puso el libertad, Somarriba ha perdido su trabajo. "Antes había mucha tolerancia para los inmigrantes, ahora, con estas leyes, es más difícil", ha asegurado Somarriba.
Muhammad, un afgano de 22 años, se ha escondido durante tres años en Malmo desde que se rechazó su solicitud de asilo. Se ha mudado tres veces este año y nunca se queda en un lugar más de tres meses. Todas sus pertenencias están embaladas en una maleta y dos bolsas de plástico por si tiene que salir a toda prisa. "La última vez que la Policía llevó a cabo una actuación para encontrar inmigrantes, un amigo se tuvo que esconder 15 o 20 días", ha contado Muhammad"