Las autoridades temen que pueda haber muchas víctimas en comunidades remotas a las que solo se llega a pie
JHARIBAR (NEPAL), 28 (Reuters/EP)
Con su marido lejos en India, Sunthalia tuvo que trabajar ella sola durante horas entre los escombros de su casa en una ladera próxima al epicentro del terremoto del sábado en Nepal para sacar los cuerpos sin vida de su hija de 10 años y su hijo de 8. Otro hijo de 4 años sobrevivió milagrosamente.
Otras tres viviendas en el remoto asentamiento donde vive, a una hora de camino a pie por el verde valle de Gorja, se derrumbaron. Todo estaba mortalmente silencioso el sábado tras el terremoto, recuerda. "Pude ver los dedos de mi hijo moviéndose entre la pila de escombros. Así es como pude verle y salvarle", relata Sunthalia, sentada en el suelo junto a su hijo.
El hedor del ganado muerto todavía bajo los escombros de su casa es intenso. Por el momento hay poca ayuda del Gobierno; lo único que familias como la suya han recibido es una fina lona para cobijarse.
Cuatro días después del terremoto más intenso en 81 años, las autoridades tratan como pueden de determinar la magnitud del desastre en la región de Gorja y en la vecina Lamjung, donde se encuentra el epicentro, lejos de poder ofrecer ayuda.
El Gobierno central en Katmandú todavía tiene poca información precisa sobre donde hay más daños y quién necesita ayuda con mayor urgencia. Hasta el momento, el balance de víctimas mortales ya supera los 4.500 pero podría ser de hasta el doble.
"El balance de muertos podría ascender hasta los 10.000 porque la información de localidades remotas afectadas por el terremoto no ha llegado aún", ha explicado el primer ministro nepalí, Sushil Koirala, a Reuters en la capital.
COMUNIDADES DISPERSAS
Las comunidades están tan dispersas en Gorja que a algunos asentamientos en montes más al norte, en las zonas de Barpak y Laprak, solo se puede llegar caminando después de tres o cuatro días. El temor es que haya más como Sunthalia que están solos en asentamientos aislados, enterrando a sus muertos y viviendo a la intemperie con apenas comida, agua o acceso a atención médica urgente.
El martes, soldados se dirigían apresuradamente hacia Barpak en dos autobuses llenos y luego a pie por las escarpadas pendientes para llegar a la gente que se teme esté atrapada en sus hogares. Una intensa lluvia hacía sus avances aún más difíciles.
Helicópteros del Ejército intentaron en dos ocasiones aterrizar en la zona de Barpak el lunes, pero no consiguieron encontrar un sitio apto, ha explicado Rishi Jatri, el responsable de salud del distrito de Gorja que voló en uno de los vuelos para ayudar a evacuar por aire a los heridos más graves.
EL LAPRAK NO SE VEÍAN SUPERVIVIENTES
También sobrevolaron Laprak, donde, según los datos oficiales locales, hay 1.700 viviendas. Jatri estima que 1.600 quedaron destruidas por completo. Aquí, lanzaron paquetes de comida con la esperanza de que los supervivientes puedan recuperarlos.
"No pudimos ver a nadie desde el aire, ningún movimiento", ha comentado Jatri. "Es preocupante, creemos que el número de muertos se multiplicará", ha reconocido. Lo único que pudo ver en algunas cimas de las montañas eran los restos del ganado.
La región de Gorja, conformada por montañas escarpadas y amplios valles, es el lugar natal del artífice del Nepal moderno, el rey Prithvi Narayan Shah, quien fundó la dinastía que gobernó el país de 28 millones de habitantes durante 240 años hasta la abolición de la monarquía en 2008. Los soldados gurjas que sirven en los ejércitos de Nepa, India y Reino Unido también heredan su nombre de esta región.
Santoshi, otra superviviente en la localidad de Hulakdanda, cuenta que el terremoto la sorprendió mientras comía frente a su casa, donde sus dos hijos jugaban. Cuando se apresuró a volver dentro, los encontró escondidos debajo de la cama. "Incluso entonces los temblores continuaron. Corrimos, cayendo al suelo y luego volviendo a correr", relata.
"Hay grandes daños en la parte alta de las montañas. Cuanto más alto se va, mayor es la destrucción", explica Tirthankar Thapa, que trabaja para Kokila Nepal, una ONG que presta asistencia a las personas afectadas por el terremoto.
ENTERRAR A LOS MUERTOS
Según Thapa, los supervivientes se han visto obligados a enterrar a sus seres queridos incluso aunque esa no es la costumbre entre las familias hindúes.
Shyam Lal Shreshta, que perdió a su mujer y a su suegra en el desastre, esperó durante varias horas para intentar organizar una cremación. Pero ante la caída de la noche, él y su hijo cogieron los cuerpos, los llevaron a la orilla del arroyo y los enterraron allí. "No hemos recibido nada de nadie. No está en Gobierno, ni la Cruz Roja, ni siquiera tenemos una tienda para sentarnos y llorar nuestra pérdida", se queja.