GINEBRA 20 Nov. (Por Anya Gass, coordinadora de Comunicación de Plan Internacional en la Oficina de Naciones Unidas en Ginebra) -
Hoy es el Día Universal del Niño. Desde 1989, año en que se firmó la Convención sobre los Derechos del Niño, 196 países se han unido para garantizar los derechos de los niños y niñas. Pero, ¿cómo pueden reconocerse realmente sus derechos sin escucharles hablar sobre los problemas que les afectan?.
En Plan Internacional nos hacemos preguntas continuamente. ¿Qué consideran importante los niños y las niñas? ¿Qué dicen cuando se les brinda la oportunidad de expresarse?
Para nuestra organización, la participación activa de los niños y las niñas es crucial en la creación de un mundo en equidad. Decir que hay que trabajar para y con los niños y las niñas no es un simple mantra.
Por eso, en Plan Internacional implicamos a los jóvenes en la toma de decisiones a través de grupos asesores de jóvenes y trabajamos con niños y niñas de todo el mundo para ayudarles a defender sus derechos.
Hace poco en Ginebra hablamos con docenas de niños y niñas con motivo del 70 aniversario de Naciones Unidas.
De este modo, escuchamos sus razones sobre por qué los derechos de la infancia son importantes y la manera de solucionar los problemas complejos que afrontan en el mundo.
Resultó inspirador ver a niños y niñas de cinco y seis años reflexionar sobre cómo enfrentarse a la desigualdad de género, los problemas por no asistir a la escuela o las muertes por enfermedades para las que ya existen remedios. Muchos de ellos creen que "no es justo que tantos niños puedan ir a la escuela, mientras que las niñas no". Además, hicieron énfasis en que los niños y niñas tienen derecho a expresar sus opiniones.
PODEROSOS AGENTES DEL CAMBIO
La gente a menudo se siente cómoda hablando de lo que podemos hacer para que se cumplan los derechos de los niños y niñas. Sin embargo, no nos implicamos tanto en que ellos entiendan sus derechos y participen para hacerlos realidad. A los adultos esto nos resulta más complicado. Es necesario que nos alejemos de lo que consideramos más importante y les escuchemos de verdad.
Una y otra vez, hemos observado el poder que tienen los jóvenes cuando se les proporciona el espacio que necesitan para convertirse en agentes del cambio. Miren a Malala, la niña que, con quince años, se convirtió en una de las portavoces más importantes en la defensa de la educación de las niñas. Y existen otras decenas de miles de personas que nunca han llegado a destacar, pero cuyo impacto es importantísimo.
Colaboramos con los niños y niñas para construir un futuro mejor
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que acordaron los gobiernos de todo el mundo en septiembre de este año, representan un compromiso para construir un mundo mejor antes de 2030.
En el proceso de desarrollo de los objetivos, Plan Internacional trabajó mucho para garantizar que las voces de los jóvenes se tuvieran en cuenta. Ahora que se han aprobado, es fundamental que los niños y las niñas cuenten con un lugar para determinar cómo podemos convertir estos objetivos en realidad.
Si los planes de los gobiernos nacionales implican a los derechos y necesidades de los niños y niñas, ellos deberían poder opinar. Los gobiernos no solo necesitan escucharlos, sino también responderles.
Esto no solo se aplica a las políticas de desarrollo, sino también a los presupuestos que determinan cuánto dinero se invertirá en los niños y niñas. "Tendría que utilizarse un método de consulta adecuado, y los gobiernos deberían aceptar las respuestas que se den", dijo una niña que participó en una charla sobre los presupuestos destinados a la infancia. Mucha gente argumentará que los niños y niñas no deberían tener nada que ver con los presupuestos, pero nosotros defenderemos lo contrario.
Plan Internacional ha trabajado mucho con los niños, niñas y jóvenes para escuchar dónde piensan que sus gobiernos deberían invertir.
No debemos subestimar a los niños ni a las niñas ni tampoco al poder que pueden ejercer con el simple hecho de escucharlos. Incluso los más pequeños pueden empezar a entender los complejos problemas mundiales de desigualdad e injusticia. Cuantos más niños y niñas los entiendan, más medidas podrán tomar para conseguir cambios reales y duraderos que les beneficien.