MADRID 22 May. (EUROPA PRESS) -
El presidente de China, Xi Jinping, ha prometido este jueves castigos más duros contra los terroristas tras el atentado registrado a primera hora del día en la localidad de Urumqi, capital de la provincia de Xinjiang (oeste), que se ha saldado con al menos 31 muertos y 90 heridos.
Xi ha afirmado a través de un comunicado que la Policía incrementará sus patrullas y su control de seguridad sobre posibles objetivos terroristas, según ha informado la agencia china de noticias Xinhua.
Asimismo, ha dicho que su Gobierno continuará trabajando para combatir el terrorismo y mantener la estabilidad social, al tiempo que ha expresado sus condolencias a los familiares de las víctimas.
Testigos citados por la citada agencia han afirmado que dos vehículos han irrumpido en el mercadillo atropellando a varias personas, tras lo que los ocupantes han lanzado varios explosivos por las ventanillas. Posteriormente, uno de los vehículos estalló en el interior del lugar. Algunos tenderos han afirmado que se han registrado hasta una decena de explosiones.
El Ministerio de Seguridad Pública ha descrito el suceso como un "violento incidente terrorista", mientras que el director de Seguridad Pública, Meng Juanzhu, ha prometido "destruir la arrogancia de los terroristas violentos".
Xinjiang es foco de tensiones políticas y sociales debido a las aspiraciones independentistas de la comunidad uigur, que quiere establecer un Estado independiente llamado Turkestán Oriental.
Los uigures han seguido tradicionalmente una versión moderada del Islam, aunque numerosas personas de la región han adoptado prácticas similares a las de Arabia Saudí o Afganistán, como la utilización del velo por parte de la mujeres.
Muchas personas de esta etnia han denunciado que ciudadanos han, la etnia mayoritaria en China, han puesto impedimentos a su desarrollo económico. Diferentes ONG hayan criticado la actitud de las autoridades chinas hacia la lengua y cultura de esta comunidad.
Los disturbios en Xinjiang han provocado la muerte de más de cien personas durante el último año, lo que ha causado que las autoridades de Pekín hayan endurecido su postura hacia los uigures, una etnia musulmana de lengua turca que rechazan los controles chinos sobre su cultura y su religión.