Confirma la condena para Rafa Zouhier como intermediario entre la 'trama asturiana' y la célula que cometió los atentados
MADRID, 17 Jul. (EUROPA PRESS) -
La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo reconoce en la sentencia sobre los atentados del 11-M que "puede resultar sorprendente un tan apresurada destrucción" de los vagones en los que tuvieron lugar las explosiones, lo que "impidió un estudio posterior más reposado y en profundidad, e incluso su reiteración de haber sido necesaria de aspectos que pudieran haber resultado de interés para la investigación".
La sentencia del alto tribunal, de la que ha sido ponente el magistrado Miguel colmenero, realiza esta apreciación en los fundamentos que dan respuesta al recurso presentado por Rafa Zouhier, condenado a 10 años de prisión por un delito de explosivos en colaboración con organización terrorista.
Zouhier alegó como argumento de su defensa la imposibilidad de que puediera realizarse una inspección ocular de los vagones y, si bien esta prueba fue admitida inicialmente por la Audiencia Nacional, no pudo ser practicada porque por entonces los trenes ya habían sido desguazados.
No obstante, el propio Supremo constata que el interior de los vagones que explosionaron fue objeto de grabación y posterior estudio. Añade que el contenido de esta investigación no pudo afectar en ningún caso a las responsabilidades penales atribuidas a Zouhier, ya que el hecho por el que se le ha condenado es por haber sido intermediario entre el vendedor y los compradores de los explosivos.
A este respecto, el Supremo destaca que los hechos que se atribuyen a Zouhier se iniciaron cuando estableció contacto en la prisión de Villabona (Guipúzcoa) con Antonio Toro -condenado igualmente por el tráfico de explosivos-, quien posteriormente le presentó a su cuñado José Emilio Suárez Trashorras.
EL "CONFIDENTE" ZOUHIER.
Zohuier fue captado como confidente policial en noviembre de 2001, y en estas funciones comunicó la disponibilidad de los asturianos de facilitarle unos 150 kilos de dinamita, llegando a obtener una muestra que entregó a la Policía en febrero de 2003. Sin embargo, desde esa fecha "no volvió a aportar información sobre explosivos".
En octubre de ese mismo año, Zouhier tuvo en su poder un detonador proporcionado por Toro y Suárez que explotó cuando lo manipulaba en presencia de otro de los condenados -Rachid Aglif-, y en octubre de 2003 se participó en dos reuniones con los asturianos celebradas en dos hamburgueserías, en la primera de las cuales se habló de la compra de dinamita.
El Supremo señala que Zouhier no tenía por qué conocer los objetivos criminales de las personas a las que puso en contacto con los asturianos, por lo que desestima el recurso presentado por la Asociación 11-M Afectados por Terrorismo para que fuera también condenado como cooperador necesario en los atentados, al igual que lo ha sido Suárez Trashorras.
CONDUCTA COMO "CONFIDENTE".
Sobre su conducta como "confidente" de la Guardia Civil, el alto tribunal señala que si bien intenta orientar las investigaciones hacia uno de los autores materiales -Jamal Ahmidan, 'El Chino', uno de los siete terroristas que se suicido en Leganés (Madrid) el 3 de abril de 2004-, "en ningún momento reconoció su propia participación en la operación de compra-venta de explosivos, "un dato de especial relevancia para la investigación, que sin embargo oculta privando a su comunicación de la apariencia de solidez que podría presentar en otro caso".
"En definitiva -concluye el Supremo-, el recurrente trató de mejorar su posición pero ocultó todo aquello que dotaría de todo valor de colaboración a su comunicación", lo que justifica su condena.