La lactancia materna potencia la capacidad fértil de las actuales generaciones de niños

Una madre con su bebé en periodo de lactancia
EUROPA PRESS/JUNTA DE ANDALUCÍA
Actualizado: domingo, 19 abril 2015 11:59

Los bebés varones amamantados con pecho presentan una mayor distancia ano-genital, lo que se asocia con una mayor virilidad futura

MURCIA, 19 Abr. (EUROPA PRESS) -

La lactancia materna prolongada aumenta la virilidad y fertilidad futura de los bebés varones, contrarrestando el efecto perjudicial de la exposición de la madre durante el embarazo a compuestos tóxicos derivados de los plásticos que actúan como alteradores o disruptores hormonales, según ha comprobado un estudio elaborado por la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores de la Unidad de Medicina Medioambiental Pediátrica de la Arrixaca estudiaron a más de 300 parejas murcianas y sus respectivos bebés durante 2 años, comprobando que los recién nacidos varones amamantados con pecho tenían una mayor distancia entre el ano y los genitales que aquellos alimentados con biberón. En los individuos con mayor distancia anogenital se espera una virilidad mayor cuando llegue a la adolescencia y la etapa adulta.

En concreto, se espera que los bebés varones amamantados con lactancia materna tengan una mayor calidad del semen, más espermatozoides y más capacidad reproductora, en definitiva una mayor virilidad según ha hecho saber en declaraciones a Europa Press el director de la investigación y responsable de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca, Juan Antonio Ortega.

La distancia anogenital (DAG) es una medida antropométrica determinada durante la vida intrauterina y primeros meses de vida por la exposición a andrógenos. Ortega recuerda que los sexadores de pollos clasificaban como hembra o macho a las crías de pollo con un solo vistazo: más corta como hembra y más larga como macho. La exposición a disruptores hormonales como ftalatos derivados de cosméticos o plásticos, por ejemplo, actuarían hormonalmente feminizando al bebé, acortando de forma significativa la DAG, especialmente en varones.

Estudios comparativos previos han mostrado la presencia de una mayor concentración de ftalatos en fórmulas artificiales respecto a leche materna. "Sospechamos que los niños alimentados de forma precoz con fórmulas artificiales y envases de plástico presentan una DAG más corta. La lactancia materna podría actuar como modulador de la DAG durante los primeros meses de vida", afirma Ortega.

En cambio, el efecto de la lactancia materna no se observa en las niñas, lo que Ortega achaca probablemente a que las hembras "tienen de por sí la distancia anogenital más corta, y el efecto es, posiblemente, más difícil de medir o de cuantificar", porque el fenómeno hormonal clave de las niñas "es en otro momento".

En cualquier caso, Ortega afirma que los bebés que toman la leche en biberón "no se benefician de los efectos positivos de la lactancia materna en este aspecto del desarrollo sexual", asevera. Ortega explica que la distancia anogenital corta en niñas es de 2,72 centímetros de media (2,03-3,41); y la larga es de 5,97 centímetros de media (5,55-6,39). En niños, la distancia anogenital corta es de 4,39 centímetros (4,13-4,65), y la larga de 8,11 centímetros (7,84-8,39). En el análisis existe una correlación positiva significativa entre la duración de la lactancia materna, sobre todo lactancia completa o casi exclusiva, y la distancia anogenital en niños.

Entre los posibles productos tóxicos que afectan al bebé en la etapa prenatal, Ortega cita una mayor exposición de la madre a plastificantes de fórmulas industriales, como los cosméticos o los derivados que resultan de calentar los 'tupperwares' durante el embarazo, así como productos de almacenamiento de alimentos. Niños muy expuestos a altas dosis de estos plastificantes tenían una distancia ano-genital más corta, es decir, estaban más feminizados, por lo que cuando llegan a la adolescencia tienen menor calidad seminal.

Una vez que el bebé nace, Ortega explica que hay un periodo de tres a seis meses en los que la lactancia materna permite "contrarrestar estos efectos negativos de la exposición a tóxicos durante la etapa prenatal". Se trata de un "periodo crítico" que constituye una "ventana de oportunidad" que influye de manera decisiva en el desarrollo de la capacidad sexual y reproductora del bebé. El desarrollo de esta capacidad "no tiene espera", según Ortega.

Como alternativa al uso de estos plastificantes, Ortega propone a las madres el uso de productos de vidrio o cerámica, por ejemplo, para almacenar alimentos, que son envases "más económicos que el plástico, a precios incluso de 20 céntimos". Y que disminuya el uso de cremas y cosméticos durante el embarazo.

"A nadie se le ocurriría beber un buen vino de Rioja en una copa de plástico o irte a comer a un restaurante y que te calienten la comida en un 'tupperware'", critica Ortega, quien defiende el uso de soluciones de vidrio para los productos de las embarazadas o los bebés.

De hecho, indica que los productores "van un paso por delante de la ley" y ya se empiezan a observar productos envasados en frascos de plástico "libres de ftalatos", y de otros disruptores hormonales. Por ello, la industria ya ha empezado a facilitar soluciones a este tipo de problemas.

ESTUDIO SOBRE MARCADORES DE FERTILIDAD

Los resultados del estudio de la Unidad de Medicina Medioambiental Pediátrica van a ser divulgados en el XIII Congreso Español de Salud Ambiental, que este año se celebrará en Cartagena en el mes de junio, y que estará dedicado a los alteradores o disruptores hormonales. "Es la primera vez que se va a hablar de la relación de la lactancia materna como modulador de la DAG, y por tanto en su potencial efecto en la fertilidad. Ampliaremos los trabajos en el futuro", según Ortega.

"Hace diez años empezó a decirse que la lactancia materna contrarrestaba los efectos de los tóxicos del cerebro prenatales, y ahora podemos empezar a decir que la lactancia materna contrarresta también los efectos de los disruptores hormonales durante el embarazo", según Ortega.

Para alcanzar estos resultados, los investigadores de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del Hospital Clínico Universitario Virgen de la Arrixaca han estudiado a más de 300 bebés durante dos años y medio. Ahora, los bebés deben de tener cuatro o cinco años, y la intención de Ortega es hacerles una prueba de función respiratoria para ver cómo tienen los pulmones.

LA LACTANCIA: "UNO DE LOS POCOS VÍNCULOS CON LOS MAMÍFEROS

Ortega ha defendido la lactancia como "uno de los pocos vínculos que nos queda con el resto de mamíferos", y ha indicado que "en ninguna especie animal se describe que una madre pueda hacerle daño a su cría a través del amamantamiento".

En este sentido, explica que los casos de problemas con la lactancia artificial "sí que se han descrito, incluso de muertes, no solo porque incrementan el riesgo de contraer enfermedades, sino también por intoxicaciones". De hecho, lamenta que los biberones "se están preparando en la mitad del planeta con aguas insalubres".

Sin ir más lejos, Ortega recuerda que hace dos semanas apareció publicado un nuevo articulo científico en LANCET que reflejaba que los bebés "son capaces de reflejar en los test de desarrollo neurológico un coeficiente intelectual un poco más alto" a medida que aumenta el periodo de amamantamiento a través del pecho materno.

Ortega explica que hay unos tóxicos para el cerebro en desarrollo llamados PCB, que se encuentran en los aceites industriales y procesos químicos industriales, que son muy comunes y están muy presentes en el mundo en el que vivimos. La exposición a lo largo del embarazo es capaz de disminuir el desarrollo neurológico de los bebés. Pues bien la lactancia materna prolongada es capaz de contrabalancear estos efectos.