MURCIA 19 Sep. (EUROPA PRESS) -
Investigadores de Los Alamos National Laboratory, el Instituto Geológico y Minero de España, FutureWater, École Polytechnique de Montréal y la Universitat Politécnica de Cataluña han publicado en la revista científica Environmental Reviews una revisión de los impactos y las alternativas de mitigación, donde se muestra un especial interés en el papel fundamental que las aguas subterráneas juegan en el binomio Campo de Cartagena-Mar Menor.
En este sentido, advierten que los impactos ambientales más destacables sobre el sistema hidrológico Campo de Cartagena-Mar Menor son "la contaminación por nitratos en el acuífero superior y los problemas de eutrofización del Mar Menor, la sobreexplotación de acuíferos inferiores, la contaminación cruzada a través de sondeos y el drenaje ácido de minería".
Para paliar estos impactos sobre el sistema hidrológico, los investigadores proponen "una gestión integrada de todos los recursos hídricos lo que implica, fundamentalmente, la inclusión de los recursos hídricos subterráneos en las estrategias de planificación y gestión".
El uso conjunto de recursos podría reducir los riesgos sobre los usuarios, en su mayoría agricultores, especialmente en períodos de sequía, así como los impactos sobre la laguna del Mar Menor.
Para mitigar los que sufre el Mar Menor sugieren múltiples acciones de mejora en la gestión del agua a escala de cuenca, incluyendo la posibilidad de intersectar los flujos subterráneos para reducir la entrada de nutrientes y contaminantes.
Y es que, alertan, "la presión ejercida por el hombre sobre los sistemas hidrológicos se está viendo fuertemente incrementada en las últimas décadas, poniendo en riesgo el mantenimiento y la provisión de una amplia gama de servicios ecosistémicos relacionados con el agua". Presiones e impactos asociados "más evidentes en las zonas áridas y semiáridas, dada la escasez de recursos hídricos".
En algunas regiones, como en los países del área circunmediterránea, el desarrollo económico intensivo asociado a la agricultura ha sido posible gracias a la explotación de las aguas subterráneas y, aunque son menos visibles, los impactos antrópicos en los acuíferos "suelen ser más graves y persistentes que en otros compartimentos hidrológicos y ambientales".
Los investigadores entienden que las principales presiones sobre el sistema hidrológico local son "el desarrollo intensivo de la agricultura y el turismo, junto con la industria minera en el pasado (distrito minero de Cartagena-La Unión), mientras que los impactos ambientales asociados son el déficit hídrico (28% de los recursos hídricos que se consumen son no renovables), la contaminación cruzada de acuíferos, el drenaje ácido de minería y la eutrofización de la laguna del Mar Menor".
La cuenca del Campo de Cartagena y la laguna costera del Mar Menor, esta última incluida en el convenio internacional RAMSAR, "es un caso paradigmático de sistema altamente antropizado".
A escala de la cuenca mediterránea, "representa uno de los sistemas acuíferos más importantes en cuanto a productividad de aguas destinadas al regadío, despertando un gran interés científico por la diversidad de circunstancias que confluyen".
La actividad agrícola del Campo de Cartagena y la actividad turística en el entorno de la laguna costera del Mar Menor, de gran valor ecológico, así como las interrelaciones entre ambos, con importantes implicaciones ambientales, "le confieren un interés adicional y una trascendencia socioeconómica de primer orden, además de que la agricultura representa el principal uso del suelo en esta zona".
Los requerimientos de agua para esta actividad son suministrados principalmente por el bombeo de aguas subterráneas (parcialmente sometido a desalobración a nivel privado), el trasvase Tajo-Segura, aguas regeneradas de origen urbano y, más recientemente, por aguas procedentes de desaladoras públicas.
La explotación de aguas subterráneas supera a los recursos aportados por el Tajo-Segura (61 hm3 /año, valor medio para el periodo 2000-2011), "desempeñando un papel estratégico, especialmente en periodos de sequía, dado que amortiguan en un rango del 30-75%, las variaciones de estos recursos externos".
Mientras que el abastecimiento urbano es independiente y procede de la Mancomunidad de Canales del Taibilla (8 hm3 /año). Las aguas subterráneas "han sido y son esenciales para el mantenimiento de la economía local".
Por ello, sugieren un conjunto de alternativas de mitigación, incluyendo los cambios potenciales en el uso y manejo del agua, para cada uno de los impactos identificados.
Para el caso particular de las aguas subterráneas, las principales medidas de mitigación incluyen la reducción de las extracciones, la mejora de las prácticas agropecuarias para la reducción de la contaminación de origen agrícola y ganadero, y el sellado de pozos abandonados para evitar la contaminación cruzada entre acuíferos, todo ello basado en un "exhaustivo" inventario y control de captaciones.
El estado de la laguna del Mar Menor es una de las principales preocupaciones ambientales, ya que está sujeta a fuertes cambios hidrológicos, a los impactos derivados de la actividad agrícola con la aportación de nutrientes y la subsecuente eutrofización, de actividades mineras con la aportación de metales pesados, y de vertidos incontrolados de aguas de origen urbano con aportación de los llamados contaminantes emergentes (productos de higiene personal y fármacos).
Desde el punto de vista hidrogeológico, el Mar Menor forma parte del acuífero superior (Cuaternario) del conjunto multicapa del Campo de Cartagena, por lo que la relación hidráulica es directa.
Por ello, es necesaria una mejora en las infraestructuras de monitoreo y el desarrollo de investigaciones específicas, no sólo de la descarga subterránea sobre la laguna del Mar Menor, sino también de otros componentes del balance/ciclo hídrico, dado que el Campo de Cartagena-Mar Menor es un binomio inseparable.
Las medidas de mitigación que podrían ser considerados para restaurar la funcionalidad ecohidrológica del Mar Menor deben incluir múltiples acciones de mejora en la gestión del agua a escala de cuenca, incluyendo la posibilidad de intersectar los flujos subterráneos para reducir la entrada de nutrientes y contaminantes.