MADRID, 12 Nov. (EUROPA PRESS) -
Uno de los once presuntos islamistas que están siendo juzgados desde este jueves en la Audiencia Nacional, acusados de querer atentar en el Metro de Barcelona, negó hoy cualquier implicación con el terrorismo y aseguró que tiene "mucho respeto por España", porque "20 personas viven" en su país de su trabajo como repartidor de butano. "Un animal no caga donde come", explicó.
Qadeer Malik, con una poblada barba, se presentó ante el tribunal como un hombre religioso y pacífico y recordó en varias ocasiones que el Islam dice que "si tienes odio, no puedes alcanzar la gloria". Además, explicó que días antes de la detención hizo una solicitud para traer a España a su mujer y a su hijo.
Además de Malik, también fueron interrogados hoy Sahib Iqbal, Mahroof Ahmed Mirza y Mohammad Ayud Elahi Bibi. Excepto Ahmed Mirza, a quien la Fiscalía sitúa como el líder de la célula y quien se negó a responder a ninguna pregunta, los otros tres rechazaron su participación en actividad terrorista alguna.
La primera sesión del juicio se desarrolló en medio de una importante expectación de medios de comunicación y público. Minutos antes de que comenzara, familiares de los acusados declararon ante la prensa que este proceso es "un montaje político" en el que están implicadas las autoridades francesas, paquistaníes y españolas y denunciaron que el testigo protegido que permitió iniciar la operación es "un infiltrado de Francia".
El fiscal solicita para los miembros de la célula penas que van desde los 9 hasta los 18 años de cárcel por los delitos de pertenencia a organización terrorista, tenencia de sustancias explosivas y falsificación de documento oficial. No les acusa del delito de atentado en grado de tentativa o conspiración, como pide la Asociación Catalana de Víctimas de Organizaciones Terroristas (ACVOT), que ejerce como acusación particular.
MIEMBROS DEL 'TABLIGH', QUE DEFINEN COMO "PACIFISTA"
Qadeer Malik reconoció formar parte de la corriente islámica 'Tabligh', que se reunía en la mezquita en la que todos fueron detenidos y que definió como "pacifista". Insistió en repetidas ocasiones en que esta versión del Islam no tiene "nada que ver" con la violencia, contra la que está en contra "al cien por cien o al mil por cien".
Además, negó que defienda extremos como la separación de mujeres y hombres en las escuelas o la prohibición de realizar afeitados en las barberías. "Eso es cultura en nuestro país, todo está lleno de barbas", explicó.
El fiscal Vicente González Mota le acusa de ser uno de los miembros de la célula encargado de fabricar los artefactos explosivos que después iban a ser utilizados en los atentados. Sin embargo, Maleek negó tener conocimientos de electrónica. "No puedo juntar ni dos cables", aseguró.
Según el escrito de acusación del Ministerio Público, días antes de la detención este acusado tiró a la basura una bolsa que, entre otros efectos, contenía dos paquetes vacíos de pilas, guantes de látex, dos temporizadores, una tarjeta de teléfono y cables.
El acusado, que respondió a todas las preguntas del fiscal pero se negó a contestar a las de la acusación particular, como después también hicieron el resto de interrogados, explicó que desde que llegara a España en 2001 ha viajado a Pakistán en dos ocasiones, una para casarse y la otra para conocer a su hijo, y negó que recibiera entrenamiento.
También negó conocer a Baitullah Mehsud, el líder de los talibán afganos de los que presumiblemente dependía su célula y de hecho, aseguró que la primera vez que escuchó la palabra "talibán" fue en España.
Sí admitió que acogió en su casa al testigo protegido, que venía de Francia y que se sumó a los rezos que iban a realizar durante todo un fin de semana en la mezquita en la que fueron arrestados. Sin embargo, negó que se le pidiera despedirse de su familia porque fueran a cometer un acto terrorista.
Después fue interrogado Sahib Iqbal, quien vivía con Qadeer Maleek y como el anterior está acusado de fabricar los artefactos explosivos. Iqbal también negó tener conocimientos de electrónica o química.
Este acusado relató que el día de las detenciones el testigo protegido, que se le presentó como 'Ashid', sacó una "bolsa blanca" de un falso techo de la vivienda para llevarla a la mezquita donde iban a pasar el fin de semana. Explicó que no pudo ver su contenido, pero que 'Ashid' le dijo que llevaba oro de su mujer. En el registro de la mezquita se encontró una bolsa con 18 gramos de nitrocelulosa y perclorato potásico, procedente del vaciado de bengalas.
EL LÍDER NO RESPONDE, SU DEFENSA TAMPOCO LE PREGUNTA
El tercero en ser llamado para declarar fue Mahroof Ahmed Mirza, a quien el fiscal sitúa como el líder de la trama, que "eligiría el lugar y la fecha exacta para la comisión del atentado en Barcelona". Ahmed Mirza comenzó respondiendo a la primera pregunta del fiscal, acerca de si conocía a Baitullah Mehsud, pero después su abogado pidió reunirse con él y, tras unos minutos en el exterior de la Sala, el acusado se incorporó y rechazó responder a ninguna pregunta. Su letrado tampoco le formuló ninguna.
Finalmente, fue interrogado Mohammad Ayud Elahi Bibi, presuntamente el segundo al mando de la célula, que explicó que reside en España desde 1974. Elahi Bibi negó pertenecer al 'tabligh', aunque explicó que reza habitualmente con ellos y tenía previsto participar en el encuentro de dos días en la mezquita.
El juicio continuará el próximo lunes, con los interrogatorios del resto de los acusados, Abdul Hafeez Ahmed, Mohamed Tarik, Roshan Jamal Khan, Imran Cheema, Mohamed Shoaib, Mehmooh Khalid y Aqueel Ur Rehman Abbasi. Este último fue detenido en Holanda, a donde huyó después del operativo de Barcelona, y posteriormente entregado a las autoridades españolas.
Según el escrito de acusación del fiscal, el atentado en "la red de transporte público de Barcelona" no iba a ser el único, ya que el líder Amir Baitullah Mehssod, emir de los talibanes en Waziristán, tenía previsto efectuar unas peticiones después del atentado que, en caso de no ser atendidas, desencadenarían otras acciones terroristas en distintos puntos de Europa.
Según el juez Ismael Moreno, que se encargó de la instrucción, los presuntos terroristas pretendían cometer su acción entre los días 18 y 20 de ese mismo mes. El magistrado defendió en un auto que la célula había adquirido capacidad para realizar un atentado, si bien "el material explosivo incautado no tenía suficiente capacidad destructiva para causar estragos".