MADRID, 11 Sep. (EUROPA PRESS) -
Javier Barraycoa, sociólogo y politólogo, profesor universitario en Barcelona y autor del libro Cataluña hispana (editorial Libros Libres), responde a preguntas para explicar la historia de la Diada desde aquel 11 de septiembre de 1714 hasta nuestros días.
Barraycoa aclara que el 11 de septiembre no se celebra desde 1715, es decir, desde un año después de la derrota en la guerra de sucesión. "En absoluto. Salvo por partidas en las montañas, reprimidas por los Mozos de Escuadra, la derrota se olvidó pronto".
Pone como ejemplo que Antoni Rovira i Virgili (1882-1949), historiador, periodista y político de ERC, presidente del parlamento catalán en el exilio, "reconoció indignado que los catalanes pronto se olvidaron de la guerra de sucesión y recibían a los Borbones con entusiasmo".
El 11 de septiembre que conmemora la derrota de 1714 no se celebró, señala el profesor, durante el siglo XVIII ni durante gran parte del XIX. "Hasta finales del siglo XIX, en la medida que nace el catalanismo político, nadie celebró el 11 de septiembre".
Barraycoa indica que "la guerra de sucesión, por ejemplo, fue reivindicada en serio por primera vez por el historiador carlista Mateu Bruguera, canónigo de Barcelona, en su obra Historia del memorable sitio y bloqueo de Barcelona y heroica defensa de los fueros y privilegios de Barcelona 1713-1714, escrita en 1871".
Así llegamos a la primera celebración del 11 de septiembre, que fue en 1886. "Fue una celebración catalanista, pero católica y conservadora", explica Barraycoa. "Se celebró una Santa Misa en la parroquia de Santa María del Mar, en cuyo cementerio (El Fossar de les Moreres) se hallaban enterrados muchos de los que defendieron la ciudad en 1714".
Ya en esta primera celebración se produjo "el primer conflicto", señala el sociólogo. "Las autoridades gubernamentales prohibieron el sermón de monseñor Jaume Collell por querer leerlo en catalán. Las izquierdas por su parte vieron que esta celebración era reaccionaria y no participaron".
El año 1888 también está marcado en esta historia. Con motivo de la Exposición Universal de Barcelona (del 8 de abril al 9 de diciembre de 1888) se erige una estatua a Rafael Casanova, uno de los líderes locales en la batalla de 1714. La escultura, obra de Rosendo Nobas, quedaría ligada a la celebración del 11 de septiembre.
Así lo explica el profesor Barraycoa: "El proyecto de unificación del Código de Derecho Civil provocó protestas y, de paso, una ofrenda floral el 7 de abril de 1889 ante el monumento. Fue un éxito rotundo porque contó con el apoyo de casi todos los sectores sociales. Pero no era un 11 de septiembre. Poco a poco se fueron aunando la ofrenda floral a Casanova y la celebración religiosa del 11 de septiembre".
En esta época de finales del XIX y principios del XX se seguía celebrando una misa por los catalanes caídos: "A partir de 1900 las misas se oficiaban convocadas por la Lliga Espiritual de la Mare de Déu de Montserrat, la asociación fundada por Josep Torras i Bages en la parroquia de los Santos Justo y Pastor".
"En un principio, a las ofrendas florales acudían pocos centenares de personas", indica Barraycoa. "Cuando fue prohibida la ofrenda floral en época de Miguel Primo de Rivera es cuando empezó a popularizarse".
Barraycoa explica la evolución del 11 septiembre en ese primer tercio del siglo XX: "Antes del directorio militar de Primo de Rivera (1923) era una fiesta catalanista, religiosa, conservadora. Al llegar la II República (1931) se convirtió en una fiesta nacionalista".
Las Diadas de 1931 y 1932 estuvieron marcadas por el estatuto de autonomía de Cataluña (o estatuto de Nuria), aprobado el 9 de septiembre de 1932, según indica la web de la Generalitat de Cataluña.
El 6 de octubre de 1934, el entonces presidente de la Generalitat, Lluis Companys, líder de ERC, proclama "el Estado catalán de la República Federal Española". El general Batet, siguiendo órdenes del presidente del gobierno, Alejandro Lerroux, proclamó a continuación el estado de guerra.
Tras una noche de enfrentamientos, que dejaron 46 muertos, Companys, su gobierno y varios diputados catalanes fueron detenidos en la mañana del día 7.
Como consecuencia de estos hechos, la autonomía catalana fue suspendida indefinidamente por una ley aprobada el 14 de diciembre a propuesta del Gobierno, y la Generalidad fue sustituida por un Consell de la Generalitat designado por el Gobierno de España.
En abril de 1938 el general Franco deroga el estatuto de Nuria. Durante la dictadura franquista la celebración de la Diada estuvo prohibida. En 1940, el expresidente Companys fue capturado por la Gestapo en su exilio en Francia. Entregado a las autoridades franquistas, fue sometido a consejo de guerra y fusilado en el castillo de Montjuic el 15 de octubre de 1940.
La Diada 'revive' con la muerte de Franco. Según Barraycoa, "el catalanismo no era lo suficientemente potente en la clandestinidad para mantenerla viva". Además, la principal "resistencia al franquismo era anarquista y comunista, y estos nunca fueron catalanistas convencidos; los revolucionarios criticaban el catalanismo porque lo veían como una ideología burguesa".
El profesor explica cómo el 11 de septiembre se convirtió en fiesta 'nacional' de Cataluña. "Tras la muerte de Franco y el primer gobierno de la Generalitat, se discutió cuál debía ser la fiesta 'nacional' de Cataluña. Muchos del PSUC se negaban a que fuera el 11 de septiembre, pues la veían como algo reaccionario por ser la fecha de una derrota ante el rey de España. Como otros proponían que fuera Sant Jordi, al final se consensuó el 11 de septiembre", siendo Cataluña una sociedad que celebra una derrota.
Continúa el sociólogo: "Tras la transición democrática se celebraban dos 'diadas': mientras los partidos 'moderados' como Convergència Democràtica de Cataluña (CDC) hacían la ofrenda eran abucheados por los sectores independentistas radicales. Por las tardes algunas calles de Barcelona se convertían en escenario de escaramuzas de guerrilla urbana".
A juicio de Barraycoa, "las 'diadas' fueron pasando de ser reivindicativas en lo social a ser cada vez más reivindicativas en lo nacional". Por ejemplo, "Jordi Pujol, como presidente de la Generalitat, en los primeros años aún participaba en los actos institucionales y del Ejército del 12 de octubre; hoy sería inimaginable".
Así como "inimaginables" en aquellos años hubieran sido, según Barraycoa, "las manifestaciones los 11 de septiembre con banderas independentistas. Estas solo las utilizaban los grupos más radicales o las juventudes de CDC".
La verdadera ruptura, apunta el politólogo, se produce en el 2012. "CiU decide apoyar un 11 de septiembre con todas sus fuerzas y recursos, con un señalado carácter secesionista. La bandera catalana fue sustituida de golpe por la independentista. Decenas de miles de militantes de CiU fueron a esa manifestación sin ser independentistas, pero al cabo de dos años se han convencido de que son separatistas".