ZARAGOZA 21 Ago. (EUROPA PRESS) -
La arena del mandala que se exhibe en el pabellón de iniciativas ciudadanas El Faro de la Exposición Internacional de Zaragoza se esparcirá por el río Ebro con el fin de purificar sus aguas. La obra, de carácter espiritual, fue realizada por los monjes budistas de la Casa del Tíbet de Barcelona.
La actividad se enmarca dentro del ciclo 'Agua e Interculturalidad' que tiene como objetivo mostrar la relación de las tradiciones religiosas con el agua, así como su importancia y su simbolismo en religiones tales como el budismo, las tradiciones animistas, el cristianismo, el hinduismo y el taoísmo.
El mandala se construyó en un período de cinco días por tres monjes tibetanos. La destrucción de esta obra pretende demostrar "la impermanencia de todas las cosas" y ser un reflejo de compasión ya que "el trabajo invertido en su construcción se empleará en la sanación del mundo", según explicó, en rueda de prensa, el monje budista y director de la Casa del Tíbet de Barcelona, Thubten Wagcheng.
"La arena del mandala se recogerá en frascos y se lanzará a la naturaleza, en este caso al río Ebro", matizó Wagcheng quien añadió que se trata de "un arte espiritual con 2.500 años de antigüedad". El director de la Casa del Tíbet de Barcelona explicó que "fue el propio Buda quien dio instrucciones sobre cómo construir las mándalas".
Wagcheng afirmó que al lanzar la arena al río además de purificarlo "compartiremos nuestra paz, felicidad y armonía con los animales que habitan en sus aguas".
El monje budista también resaltó la importancia de la meditación antes de realizar un mandala ya que estas obras "transmiten armonía" y es necesario "estar en armonía con nuestro entorno en el momento de su elaboración".
Los mandalas pueden tener varios significados, pueden ser de sabiduría, de sanación, de paz o para salvar obstáculos. El mandala de 'El Faro' es de compasión, ya que los hombres deben aprender que los demás son más importantes que uno mismo ya que "uno mismo es sólo una persona pero el resto son muchas", según explicó Wagcheng quien añadió que "si fuésemos menos egoístas y tuviésemos más compasión por los demás habría menos ira y menos agresividad y más amor".
Wagcheng recordó a las víctimas del accidente aéreo que tuvo lugar ayer en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, y recordó la imparmenencia de todo lo que nos rodea, incluida la vida. A continuación agregó que sin embargo "la muerte no es el fin ya que tras ella nos espera una vida futura, la reencarnación".
El monje afirmó que tras conocer la noticia del accidente rezaron por los fallecidos y por que su vida futura, aquella que llegaría tras su muerte, fuese mejor. "Quien nace vivirá, quien vive morirá y quien muere vivirá", explicó Wagcheng.
Por otra parte, el monje budista resumió la situación en la que se encuentra en la actualidad el Tíbet donde "no hay libertad de educación, de religión y de expresión" y donde "tener fotos del Dalai Lama en casa supone un delito".
"Esperamos que el Tíbet recupere la independencia, China y el Tíbet son dos países diferentes, ni siquiera compartimos los mismos caracteres de escritura", continuó el director de la Casa del Tíbet de Barcelona.
Wagcheng lamentó que en la actualidad los intereses económicos primen sobre los humanos y que el dinero se haya convertido en "un nuevo dios". "Si queremos vivir bien tenemos que lograr una armonía entre los bienes económicos y los espirituales", concluyó el monje.
Thabten Wagchen huyó en 1954 del Tíbet, a través de los pasos del Himalaya, con su padre y su hermana, después de que su madre fuese asesinada por los militares chinos. A su llegada a Katmandú, en Nepal, sobrevivieron pidiendo limosna. Pocos años después, fue uno de los mil niños de la calle que pudieron entrar en una escuela en Dharamsala, gracias al acuerdo del Dalai Lama con Nehru. A los dieciséis años entró en el monasterio privado del Dalai Lama y se hizo monje. Desde 1994 es el director de la Fundación Casa del Tibet de Barcelona.