MADRID 2 Abr. (EUROPA PRESS) -
El Congreso ha colocado este miércoles el retrato del socialista Manuel Marín en la Galería de Presidentes en la que quedan inmortalizados los máximos responsables de la institución, pero se ha hecho sin boato alguno y sin organizar ningún acto oficial, pues el propio homenajeado no lo deseaba: todo se ha limitado a la presencia de unos operarios que han colgado el retrato de quien presidió la Cámara entre 2004 y 2008.
Según han informado a Europa Press fuentes parlamentarias, el retrato que Marín encargó a la fotógrafa Cristina García Rodero, llegó hace semanas a la Cámara Baja, donde también espera su turno para ser colgado el de José Bono, quien sucedió a Marín en la segunda legislatura del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
La primera planta del Palacio de la Carrera de San Jerónimo, donde está instalada la Galería de Presidentes, fue sometida el año pasado a unas obras de acondicionamiento que conllevaron la retirada de todas los cuadros el año pasado.
Hace unas semanas, las imágenes de los presidentes se volvieron a colgar y ya se hizo hueco para los cuadros de Marín y Bono. Habitualmente estos retratos se inauguran en un acto oficial con presencia del presidente en ejercicio y del homenajeado, pero en esta ocasión ha sido distinto.
UNA FOTO DE CASI 25.000 EUROS
Así, y sin ningún protocolo, dos operarios de la Cámara se han ocupado de colgar el retrato de Marín, que a diferencia de todos los anteriores no es un cuadro sino una fotografía, eso sí realizada por la reputada Cristina García Rodero, Premio Nacional de Fotografía, Medalla de Oro de las Bellas Artes y con obras expuestas en el Reina Sofía, el IVAM y museos de todo el mundo.
El precio del retrato se cifra en 24.780 euros, muy por debajo del coste de los cuadros que componen la galería. De hecho, ha costado tres veces menos que el de José Bono, encargado al pintor hiperrealista Bernardo Torrens, el autor del cuadro de Félix Pons que forma parte de la Galería de Presidentes, que se ha valorado en 82.600 euros.
El actual presidente, Jesús Posada, siempre ha defendido que esta tradición tenía que continuar y que los cuadros debían descubrirse siguiendo el orden cronológico de los presidentes es decir, primero el de Marín y después del de Bono.
Tanto Marín como Bono han evidenciado que no tenían ninguna prisa en ver lucir sus retratos en las paredes del Congreso, pero Posada ha decidido que hay que dar ya salida a los cuadros y ha decidido colgar ya el de Marín, aunque sea sin presencia del protagonista.