Los casos revisados siguen patrones similares: los menores denuncian tarde y los agresores se encuentran en el entorno familiar
MADRID, 22 Nov. (EUROPA PRESS) -
El Tribunal Supremo ha constatado un incremento en los últimos meses de los recursos de casación que afectan a sentencias de abusos sexuales a menores. Los magistrados de la Sala de lo Penal, encargada de revisar estos casos, aprecian que siguen un patrón similares y avisan de que, en un alto porcentaje, las víctimas denuncian tarde por miedo o coacciones de su agresor.
"Hemos podido comprobar un importante incremento de los delitos de agresión y abusos sexuales, particularmente contra menores. Hay que señalar la importancia de acometer una políticas de prevención", ha destacado el magistrado de la Sala Segunda Andrés Martínez Arrieta.
Según los datos facilitados por el Supremo, aproximadamente un 20 por ciento de los asuntos que ve la Sala Segunda son recursos de casación contra sentencias por abusos sexuales. A estos habría que sumar los asuntos que no se admiten a trámite y que se resuelven con autos de inadmisión. Desde enero hasta el 6 de noviembre la Sala Segunda inadmitió 1427 asuntos, de los cuales 210 eran recursos de abusos y agresiones sexuales, un 14'7 por ciento.
El alto tribunal ha apreciado que, en la mayoría de las resoluciones condenatorias, el agresor está en el círculo más cercano del menor. "En muchos de los casos el condenado puede figurar en el álbum familiar o en una foto del salón, junto a la víctima", dicen las conclusiones de un estudio desarrollado tras comprobar el incremento.
La Sala ha comprobado que este tipo de abusos suelen reiterarse durante años, por el miedo del menor a denunciar lo que le está ocurriendo. A la inmadurez de la víctima se suma que el abusador suele ser conocido en la familia y recurre a la coacción para evitar que la agresión se destape. Como ejemplo, una de las frases más habituales de las sentencias revisadas es "si lo cuentas, no te van a creer".
Una de las sentencias dictadas en los últimos meses apunta a que los menores sólo denuncian cuando, "ya mayores de edad, han conseguido oponerse y hacerles cesar y, además, cuando adquieren la suficiente fortaleza mental para contarlo a otras personas y enfrentarse a lo sucedido con todas sus consecuencias".
Otra amenaza típica de estos casos se basa en infundir al menor miedo respecto a las repercusiones de su denuncia, empleando el chantaje emocional. Los agresores juegan con el sufrimiento de la familia y en situaciones de abusos cometidos por el compañero de la madre o familiares directos que viven en el mismo domicilio suelen con frases como: "si lo cuentas me iré de casa y todos lo pasarán mal por tu culpa".
COMPRAR UN MÓVIL
Los abusadores también recurren a la estrategia de 'comprar' el silencio del niño. No son pocos los casos en que tras el abuso, la víctima recibe una compensación o regalo. Hay muchas sentencias que reflejan la adicción de los menores a los teléfonos móviles. Los agredidos reciben como regalo un aparato con el que, además, el abusador permanece en contacto con su víctima, a través de mensajes.
En otros casos, la dádiva consiste únicamente en recargar la tarjeta del móvil de su víctima o comprar unos jeans o una camiseta al menor, si le gusta la ropa.
El estudio también analiza el perfil del abusador y las circunstancias que suelen acompañar la agresión. Se dan numerosos casos en parejas de la madre que permanecen en casa mientras ella trabaja, familiares directos como el propio padre o abuelos en proceso senil o personas que ocupan pisos compartidos donde viven menores.
El agresor elige momentos en los que consigue quedarse a solas con el niño o niña como la marcha de los padres a trabajar o tras recogerles en el colegio.
En cuanto a la víctima, la edad media a la que suelen comenzar los abusos a las niñas ronda los 11 años, dice el estudio que advierte, también, que no se puede afirmar que este tipo de delitos solo se cometan en estratos sociales bajos. "El TS viene confirmando condenas a hombres licenciados universitarios que han cometido abusos a menores, en un entorno familiar supuestamente bueno", indica.
Todas las resoluciones recogen las perniciosas consecuencias psicológicas que generan los episodios de abusos sexuales en los niños. Los jueces relatan episodios de depresión, ansiedad, el bajo rendimiento escolar. La pérdida de autoestima, irascibilidad, hipersensibilidad, incapacidad para olvidar lo vivido, bloqueo emocional, confusión entre la sexualidad y la afectividad, el miedo a la figura masculina y en muchos casos alteración del desarrollo de la sexualidad, son también habituales.