Actualizado 13/07/2010 14:01

Andrés Aberasturi.- A Alvaro del Bosque.

MADRID 13 Jul. (OTR/PRESS) -

No ha sido Iniesta con su gol, ni Iker con su beso, ni tantos otros -todos- los que a lo largo de un mes han logrado arrancarme una sola lágrima; es verdad que me han acelerado el pulso, me han cabreado, me han hecho feliz, han logrado que chillara, que me quedara mudo* todo menos llorar. Hasta que llegaste tú, Alvaro del Bosque, y dijiste a no sé qué cadena de televisión que te sentías orgulloso de tu padre, que siempre le querías ayudar y que tu corazón estaba con él. Fueron apenas unos segundos frente a la pantalla, los suficientes para que un lagrimón, gordo y dulce como melocotón, cruzara la barrera de mis ojos cansados de haber visto la tierra que no cambia. Y lo has conseguido; ya ves, Alvaro, lo que no han conseguido ellos sobre el césped durante no sé cuántos partidos, me las dado tú en apenas unos segundos. Ya te imaginarás que no lloré de pena sino de emoción, de solidaridad, de entendimiento de muchas cosas. Puedes estar contento porque lo que dijiste a la tele, lo has conseguido plenamente: a tu padre se le entiende a través de ti, se le nota a la legua que tu ayuda ha sido indispensable para ser la persona que es y que junto a su corazón, late el tuyo porque los corazones no sabe de síndromes ni cromosomas.

Te escribo esta carta cuando aún no han empezado los líos de las celebraciones oficiales y por eso no sé si tu padre, el hombre al que sin duda tú enseñaste a ser tranquilo y a relativizar el dolor del fracaso y el fulgor del éxito, cumplirá la promesa que te hizo de subirte al autobús de los héroes. Si al final no ocurre, no te enfades demasiado. Vicente es así y hasta es posible que le de vergüenza pedir para alguien suyo un trato de favor; escondido, casi parapetado tras ese bigote tan poco galáctico, tu padre es la personificación del hombre bueno, del viejo jugador que lo consiguió todo, del entrenador magnifico pero que no daba bien en las fotos, del seleccionador que ha unido a un equipo y a un país, de la persona que cada día te llevaba al colegio de integración y firmaba paciente los autógrafos que tú habías prometido a tus compañeros de clase. Y eso es todo Alvaro; dentro de una semana, nadie hablará ya del Mundial, la resaca del triunfo habrá pasado y a tu padre -imagino, que en este país nunca se sabe- le renovarán en su cargo. Cada uno volverá a su lucha y el calor de este verano excesivo hará que todos busquemos la sombra acogedora. No siento envidia de tu padre porque los dos sabemos que el triunfo es efímero y porque yo -como él- también tengo otro corazón que siempre está a mi lado.

Leer más acerca de:

Foto del autor

Carmen Tomás

La voracidad fiscal, sin límite

Foto del autor

Fernando Jáuregui

Cambie de red social, presidente Sánchez

Foto del autor

Antonio Casado

Caso 'Ribera'

Foto del autor

Fermín Bocos

"Si necesita más recursos, que los pida"