MADRID 26 Ene. (OTR/PRESS) -
Hace falta ser ingenuo para denunciar en unos foros una cosa y exigir luego su contraria; y hablo -humildemente- de mí. En algunas conferencias me dicen que hable de lo que yo titulo, sin demasiada originalidad, "una democracia manifiestamente mejorable". Denuncio ante unos auditorios distintos pero solidarios con casi todos mis argumentos, que el drama fundamental de nuestro sistema es la partitocracia, la presencia omnipresente y omnipotente de los partidos convertidos en grandes empresas/maquinarias que lo controlan todo y cuya regulación pasa por ellos mismos, de forma que el problema se convierte en un circulo vicioso. A partir de ahí, no parece fácil que se cambie el sistema electoral, que se modifique la Ley de Financiación de los propios partidos, que la independencia del poder judicial sea de todo real etc.
Pero esta verdad, que no sólo me parece evidente a mí sino a la mayoría de los asistentes a esas conferencias, se me desdibuja cuando, en estas épocas de crisis, pido al Gobierno que se ponga serio con las entidades financieras y les exija algo que no está ocurriendo y que desde mi punto de vista es uno de los pilares de la reactivación económica: que el crédito llegue a la PYMES, a los autónomos y a las familias.
Naturalmente soy un ingenuo contradictorio. ¿Cómo, a la luz de los hechos, va a exigir algo cualquier gobierno a la banca? El goteo de las noticias de condonaciones y olvidos y perdones de muy diversas entidades financieras a muy diversos partidos, es incesante e inquietante. Ahora andan dos diarios nacionales (El Mundo y El País) sacando cada uno los trapos sucios de las deudas y extrañas financiaciones del PSOE y del PP. Hablan de millones (y no pocos) o bien de ignorado origen e ingresado en las cuentas del partido o bien perdonados graciosamente por la bancos y cajas. ¿Cómo le va a exigir Zapatero presidente del Gobierno a un banco si ese banco ha perdonado no sé cuantos millones a Zapatero secretario general del PSOE? Y si fuera Rajoy el presidente, otro tanto. Los dueños de la democracia no están en los despachos de Moncloa o en los escaños del Parlamento; ya saben dónde se les puede encontrar.
La Ley de Financiación de los partidos, incluso después del último y aun reciente arreglo, sigue siendo escandalosa para el ciudadano. Los partidos -vamos a ser serios- ya no son grupos que defiendan una concepción del mundo, una idea de gobierno, unos ideales sino, más bien, grandes paquidermos que todo lo devoran y que para seguir existiendo necesitan cada vez más dinero porque no surgen líderes ilusionantes sino que se crean desde la cuna en unas operaciones planificadas para con el único fin de no perder el poder. La democracia así carece de sentido y de grandeza. Pero esto es lo que hay y si leemos que el PSOE sólo pagó 780.OOO euros de los 34 millones que debía por demora (según el Tribunal de Cuentas) y no pasa nada, es que algo muy grave está fallando, es que ya vale todo y los partidos que dicen representarnos, son entes que pueden permanecer al margen de la Justicia, de la normalidad, del buen sentido. Seguramente no hay delito en todo esto. Pero si es así, en lugar de tranquilizarme lo que hace es aumentar aun más mi cabreo como ciudadano y mi falta de fe en este sistema en el que -lo digo por enésima vez y sin ninguna esperanza- sobra partido, sobra exceso de poder y falta equilibrio.