Actualizado 10/04/2010 14:00

Andrés Aberasturi.- Pues esto es lo que hay.

MADRID 10 Abr. (OTR/PRESS) -

Los grandes hitos de la presidencia Europa de ZP han sido por una parte la contundente derrota que pretendía suavizar las relaciones con Cuba y por el otro que Francia y Alemania liderasen directamente y sin intermediarios asuntos como el problema griego y otras crisis. Terminará el semestre y de la nunca olvidada conjunción planetaria anunciada por Pajín, tan sólo quedará el ridículo de la frase. Uno tiene la impresión de que hasta el propio Presidente ha abandonado ya, por imposible, cualquier iniciativa continental. Y es que España, hoy por hoy, no tiene demasiados argumentos en el exterior porque bastante tenemos ya con nuestros propios problemas, y lo que es peor, con unas soluciones que no parecen convencer a nadie, ni siquiera a las estadísticas.

Pero, pese a todo, el Gobierno anuncia cada dos por tres que ya empezamos a ver el final de túnel y claro, algún día acertará, aunque no deja de ser curioso que salgamos de un túnel en el que, oficialmente, nunca hemos entrado. Pero esa otra. El problema es que cada mes nos empeñamos en una batalla nueva que termina en fracaso o en medio fracaso. Cuando el PP sobre todo -y el PSOE también, no lo olvidemos- se enfrentan a no pocos escándalos de corrupción, los dos partidos pacta un acuerdito para evitar tan aberrantes prácticas; ¡pobre democracia que tiene que pactar hasta para no corromperse! Del gran pacto económico, con palacete propio y presunta foto final, que iba a desarrollar la nunca entendida Ley de Economía Sostenible, pasamos a un paquete de 54 medidas de las que se cayeron por el camino la mitad y así se aprobaban en el Consejo de Ministros un puñado de acuerditos que no son, desde luego, los de mayor calado. Y mientras la deuda crece y crece, el nuevo plan de inversiones de Fomento deja una herencia maldita para el que venga después: la obligación de devolver un dineral que ni se sabe quién va a querer y a poder adelantar. Y la guinda: ahora el coche eléctrico que hoy por hoy sale carísimo y al que, según parece, se va a subvencionar con seis mil euros. O sea, que a los que se puedan permitir el capricho -ahora mismo lo es, diga lo que diga Zapatero- entre todos le vamos a regalar esos seis mil euros. Y mientras todo esto pasa, en Igualdad recomiendan desterrar a la pobre Blancanieves del imaginario infantil y el Gobierno de Andalucía hace descuentos a los jóvenes para cambiar un neumático de l coche o para abortar, da igual.

Claro, visto así -y no me estoy inventando nada- el panorama es para salir corriendo; pero como no se puede y ya que tenemos la suerte de vivir en una democracia, miramos inmediatamente al otro lado, a la oposición, al PP, a Rajoy. Y entonces aparece el silencio, la más que presunta corrupción de muchos de sus políticos y la sospecha de la financiación ilegal. Pero, sobre todo, aparece un líder que ni sabe si Barcenas va a abandonar el Grupo Popular del Senado o no. Pues si él no lo sabe que es el presidente, ya me dirá a quién hay que preguntar ¿a Arenas? Y no es lo peor que no sepa nada; lo terrible es que parece no querer saber. En el PP han ocurrido cosas mucho más importantes y lamentables que la aparición de dos o tres "chorizos". Y Rajoy no ha hecho nada. El tiempo, en ocasiones, cura las heridas poco a poco, pero es mucho más probable que si no se atajan con urgencia, terminen en una infección generalizada. ¿Qué nos queda entonces? Si el Gobierno no acierta ni cuando se equivoca y la oposición no se entera ni de su propia sangría, sólo podemos agarrarnos al íntimo cabreo. Los sindicatos están vendidos y la patronal en quiebra. El movimiento asociativo brilla por su ausencia y nuestro papel en esta democracia que hemos construido se limita a echar la papeleta en la urna cuando nos digan. El panorama no se puede decir que sea el mejor de los posibles, pero esto es lo que hay.

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