MADRID 22 Dic. (OTR/PRESS) -
En el Gobierno solo creen en la visibilidad de la recuperación económica para dar la vuelta a la encuestas. Rajoy ha mandado a sus discípulos a predicar la buena nueva, pero esta desaparece en un magma de equivocaciones. Cada vez que parece que el Gobierno toma aire, provoca un huracán.
No es una buena idea ponerse en contra al Poder Judicial. 13 magistrados del Tribunal Supremo, en una iniciativa insólita, firman una carta recriminando al Gobierno sus injerencias en las resoluciones de excarcelación de etarra. Denuncian el oportunismo del Gobierno de poner en contra a la opinión pública sobre resoluciones judiciales. Tumban por tierra las frases manidas del Gobierno sobre el respeto a las decisiones judiciales. En los ámbitos de la justicia hay mucho malestar contra el Gobierno. Y un interés en que la ola de corrupción no se les lleve por delante. Si hay una tendencia, puede ser la sobreactuación de los jueces en casos de corrupción.
En el mismo escenario, un fiscal general del estado con reconocido prestigio de independencia, tiene que dimitir ante las presiones del Ejecutivo. Antes había dimitido el ministro de Justicia porque se sintió traicionado por la anulación de la reforma de la ley de regulación de la interrupción del embarazo. Mariano Rajoy cesa a Ana Mato y ahora le dan un cargo y un premio económico.
También Mariano Rajoy nombra a Rafael Hernando portavoz del grupo parlamentario. Especialista en broncas, establece la imposibilidad de puentes de entendimiento con otros grupos, en una época en la que sería lógico propiciar el diálogo.
Toda la estrategia de recuperar la credibilidad en la lucha contra la corrupción se la ha llevado a su casa el fiscal general Torres Dulce. Y un poder judicial tocado por los actos del Gobierno tiene en sus manos un montón de casos de corrupción que afectan fundamentalmente al Gobierno, al PP y al propio presidente de Gobierno, que en sede parlamentaria aseguró que en su partido no había habido dinero negro ni financiación ilegal.
En qué consiste la estrategia del PP para salir del agujero negro de las encuestas. En que los ciudadanos crean que la vida, la situación económica, ha cambiado. En nada más que eso. Y de momento, las encuestas dicen que los ciudadanos no se lo creen.
La tentación del PP es laminar al PSOE a costa de crezca Podemos. Por sus hechos puede deducirse que pretenden polarizar el debate entre ellos y podemos. Y para zaherir al PSOE pueden ser fundamentales las formas toscas del nuevo portavoz parlamentario, Rafael Hernando.
Esperemos el debate sobre la designación de la nueva fiscal general del Estado. Tiene prestigio, pero sobre ella caerá la sospecha de que ha sido elegida para ser más sumisa que su antecesor. Puede provocar un efecto no deseado en el que la nueva fiscal quiera asentar su imagen de independencia.
El proceso de deshilo de las relaciones de Estados Unidos con Cuba también ha puesto sobre la mesa la ausencia de un proyecto para Latinoamérica. Enorme fracaso de la última cumbre Iberoamericana. Mientras se preparaba el escenario de distensión con la isla del Caribe, la mayor contribución de España consistió en mandar a Ángel Carromero para enredar en labores de espía aficionado.
Al ministro de exteriores español, José Manuel García Margallo, ni siquiera le recibió Raúl Castro en La Habana, cuando ya se estaban redactado los acuerdos con el Vaticano y Estados Unidos, de los que le Gobierno español se enteró el día que los anunciaron Barack Obama y Raúl Castro. Un éxito de política exterior española sin precedentes.
Para el PP la política exterior con Cuba siempre ha estado condicionada con actitudes para no desairar a su electorado más radical.
Vivimos en un universo político lleno de sorpresas e incertidumbres en donde los actores no tienen mucho tiempo para las pruebas electorales. Pero ya podemos atestiguar que el presidente del Gobierno tiene unas habilidades extraordinarias para meter la pata.