Actualizado 27/03/2012 14:00

Fermín Bocos.- Amarga victoria.

MADRID 27 Mar. (OTR/PRESS) -

En ocasiones la política se complace, al tiempo, en la paradoja y la ironía. Sucedió el domingo. En Asturias quien gana pierde y en Andalucía quien pierde está llamado a gobernar. Es lo paradójico. Lo irónico es que la "Covadonga del PSOE" -la cabeza de puente para recuperar el poder estatal no estará en Asturias, será Andalucía-. ¿Por qué? Pues porque aunque Alfredo Pérez Rubalcaba y José Antonio Griñán no se llevan bien -simplemente, se soportan-, si Griñán con el auxilio de IU, se mantiene al frente de la Junta la dirección nacional del PSOE contabilizará lo ocurrido en Andalucía como el fin del castigo al zapaterismo y el primer logro de la era Rubalcaba.

En la otra orilla, en el mundo del PP, la serena amargura de Javier Arenas proclamando la victoria (insuficiente) desde el balcón de la sede sevillana de los populares, lo dice todo. Dice mucho de su profesionalidad como político -es la cuarta derrota que encaja-, pero abre una ventana de incertidumbre respecto de su futuro. Se habla ya del juez Zoido, el alcalde de Sevilla, como posible recambio al frente del PP andaluz. Un partido al que, sin duda, le ha pasado factura la reforma laboral impuesta por el Gobierno que preside Mariano Rajoy. El PP ha perdido más de cuatrocientos mil votos respecto de los que obtuvo en las generales de noviembre. Entre el 20N y el 25M lo único han pasado dos cosas que permiten interpretar el por qué de un resultado que no habían previsto las encuestas: el Gobierno ha subido los impuestos y ha recortado algunos derechos laborales. La izquierda andaluza (PSOE e IU) han centrado en ese registro buena parte de su discurso electoral y el argumento ha calado. Javier Arenas ha pagado en su persona el rechazo que provoca la reforma laboral de Rajoy entre la capas populares de la sociedad andaluza. Venció, un triunfo histórico, pero la suya ha sido una victoria pírrica, una amarga victoria.