MADRID 18 Jul. (OTR/PRESS) -
No sé ustedes pero yo siento una indignación profunda por eso que se ha venido en llamar el escándalo de "las preferentes" que pasa por ser un producto bancario pero que a mi juicio se parece bastante a una estafa. Porque resulta incomprensible que un banco ofrezca a alguien invertir sus ahorros sin que pueda acceder a ellos hasta cien, doscientos e incluso mil años después. Cada vez que escucho en algún programa de radio o leo en la prensa alguno de los cientos de casos de personas estafadas con "las preferentes" lo que me pregunto es cómo es posible que pueda existir un producto bancario de esas características tramposas.
Alguien va a su banco y se encuentra con que el empleado que le atiende siempre o el director de la sucursal te dice que en vez de tene r los ahorros en cuenta corriente que no te rinden nada por qué no los metes en un producto llamado "preferentes" que te va a dar unos buenos intereses. Tú confías, firmas el papel que te ponen delante y un día te enteras que tus ahorros son del banco porque solo podrás acceder a ellos así que pasan decenas o cientos de años.
Dicen los directivos de algunos de los bancos implicados que lo sienten y entonan bochornosas disculpas diciendo que quizás ese producto no se debió ofrecer a determinados clientes. Y digo yo que ese producto tramposo debería estar penalizado.
Me pregunto por la catadura moral de quienes han ofrecido las preferentes. Me pregunto si pudieron conciliar el sueño después de haber engañado a gente inocente que confiaba en ellos. Me pregunto cómo es legal que exista ese producto bancario. Me pregunto cómo el Gobierno no insta al Fiscal General del Estado a perseguir penalmente a todos los que han tendido una trampa a tantos y tantos ciudadanos de a pie que cometieron un error: confiar en su banco, pero sobre todo en esos empleados a los que conocían de tantos años.
No basta que las entidades bancarias digan estar dispuestas a renegociar las malditas "preferentes" con quienes ellos mismos engañaron. A mi juicio no hay nada que negociar, si aún hay Justicia lo único que cabe es considerar una eximente la devolución del dinero a los ahorradores engañados. Todo lo demás son cantos de sirena.
Pero lo increíble ya digo es que algo así haya podido suceder y que los responsables se vayan de rositas y los ciudadanos engañados no tengan la absoluta garantía de que les van a devolver su dinero.
Es evidente que el presidente Rajoy y el ministro De Guindos tienen que lidiar todos los días con esta crisis que nos está ahogando, pero tendrían que poner entre sus prioridades el resolver de una vez por todas este problema de las preferentes y sentar las bases para que en el futuro no puedan darse trampas de tamaño calibre.
Hay personas que han visto arruinada su vida porque un día ingenuamente depositaron su confianza en esas amables personas que las atendían cuando iban a ingresar sus ahorros. Hay cosas que no pueden quedar impunes, esta es una de ellas.