Actualizado 10/05/2011 14:00

Luis del Val.- Cristina Garmendia y la burocracia.

MADRID 10 May. (OTR/PRESS) -

El que fuera director del departamento de oncología del Instituto Nacional del Cáncer de Maryland, y, luego director del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas es probable que tenga que marcharse a proseguir sus investigaciones fuera de España. El científico que logró aislar un gen humano mutado capaz de causar cáncer, no puede seguir sus investigaciones, a pesar de que ha ofrecido aportación económica de particulares por un problema burocrático, es decir, burrocrático, de burros.

Mientras el científico es capaz de avanzar en aspectos complicados y difíciles, la ministra Cristina Garmendia, muy relacionada con las empresas privadas de biotecnología, es incapaz de resolver un sencillo problema administrativo.

Lo último que ha hecho doña Cristina, en lugar de reunirse con sus asesores para tratar de resolver una cuestión de mera técnica reglamentaria, ha sido, según no han contado, acusar al doctor Barbacid de crear falsas expectativas de curación entre los enfermos de cáncer, lo que convierte a doña Cristina, además de en una pésima gestora de los recursos que los contribuyentes ponemos en sus manos, en una torpe, porque emplear su cargo, no en ayudar a los investigadores, sino en insultarlos, no parece que merezca otro calificativo.

¿Hay sospechosos intereses económicos, más allá de una mala relación entre un científico y una mujer que tiene muy buen criterio de sí misma? ¿Se trata de un choque de personalidades o del negocio que existe tras el cáncer? Los descubrimientos de Barbacid se han publicado y se han comprobado. Puede trabajar en la parte del mundo que desee. Ya volvió a España y puede regresar a Estados Unidos. Los negocios de doña Cristina, y el tipo de empresas en las que trabajó, antes de llegar al Ministerio, también son conocidos. Pero que no espere que las simpatías caigan del lado en el que la burocracia se vuelve burrocracia. O algo peor.