MADRID 19 May. (OTR/PRESS) -
Lo que empezó siendo una convocatoria de manifestaciones en contra de la gestión de los partidos ante la crisis se ha convertido en el movimiento 15M. No es lo mismo. Incluso los organizadores de "Democracia real, ya" aseguran que las acampadas no tienen nada que ver con ellos.
Los jóvenes, porque son mayoritariamente jóvenes, que la pasada noche se concentraron en la Puerta del Sol de Madrid han salido a la calle siguiendo la estela marcada por los estudiantes franceses y las protestas (con acampada incluida) de las revueltas árabes.
No quieren ser los paganos de la crisis económica, no quieren tener una expectativa vital peor que las de sus padres, no se sienten representados por los partidos políticos tradicionales a los que acusan de tolerar la corrupción y velar sólo por mantenerse en el poder.
El desalojo de los concentrados en la Puerta del Sol el lunes por la noche hizo que la convocatoria del día siguiente fuera más numerosa aún. Por eso la policía no intervino y se quedarán en Sol, y en las ciudades donde se lo permitan, hasta el día de las elecciones.
Si pasada esa fecha el movimiento 15M se organiza, se convierte en una forma de participación ciudadana en la vida pública, perfila sus exigencias a los políticos a los que critica, pueden convertirse en un revulsivo para las rígidas, por no decir pétreas, organizaciones de los partidos.
Si eso se consigue, aunque no sea más que en una mínima parte, habrá merecido la pena. Si se consigue acercar la política a la calle, si se consigue expulsar de las listas a los corruptos, si se consigue que los partidos dejen de ser unas competentes maquinas de ganar elecciones sin debate interno, la democracia saldrá ganado.
De momento, ya han conseguido intranquilizar a las principales formaciones. Desde el PSOE, que cometió la torpeza de incorporar a su pagina web los comunicados de los jóvenes como si fueran suyos, o Cayo Lara que se presenta como el paladín de sus intereses reclamando su voto, o el PP que en boca de Rajoy dice entender las quejas contra el paro juvenil, todos intentan atraerles.
Lo hacen porque estamos a tres días de las elecciones. La clase política, que no se ha dado por aludida ante el escalofriante dato del CIS de que los españoles consideran que son un problema, uno de los que más preocupan, se inquietan ante las pancartas de los jóvenes del 15M. Si la inquietud se convierte en cambio, bienvenida sea.
Porque la democracia parlamentaria con los partidos políticos y las organizaciones sociales, es la mejor forma de organización de la vida pública que se puede dar la ciudadanía. Los movimientos asamblearios fracasaron en el pasado y no sirven para el futuro.