Actualizado 19/08/2010 14:00

Victoria Lafora.- Un toque de venganza.

MADRID 19 Ago. (OTR/PRESS) -

La famosa crisis de perejil. ¿Se acuerdan? Ocurrió en julio de 2002. Marruecos había retirado su embajador en Madrid en octubre del año anterior y las relaciones con el Gobierno Aznar estaban más que tensas cuando una mañana de julio un grupo de gendarmes invadieron el islote de perejil. El relato casi radiofónico, con el verbo florido del entonces ministro de Defensa Federico Trillo (hoy igualmente vibrante orador de las causas perdidas del caso Gúrtel), pasará a la historia de los ridículos militares. Porque "con un viento de levante de treinta y cinco nudos... Helicópteros "Cougar" y tropas especiales del Ejército español se limitaron a hacer presos a ocho gendarmes, únicos ocupantes del islote en litigio.

Pero, en 2001, Zapatero entonces jefe de la oposición había viajado a Rabat justo a finales de año cuando las relaciones estaban ya que ardían. No se limitó a eso, si no que cuando ganó las elecciones en el 2004 su primer viaje oficial , en abril, fue también a Rabat, donde se le recibió con toda suerte de parabienes y, con las puertas abiertas, a una mejora de las relaciones bilaterales.

Efectivamente se logró. Se firmó un convenio de repatriación y las pateras dejaron de cruzar el estrecho. Se abrió entonces la ruta de Canarias pero Marruecos seguía sirviendo de freno al Norte, mientras miles de subsaharianos intentaban asaltar las vallas de Ceuta y Melilla.

Y son Ceuta y Melilla ahora mismo, otra vez, el principal escollo en las relaciones y el problema no resuelto entre los dos países. El bloqueo, limitado solo a un día, no por las brillantes gestiones del ministro Moratinos que nadie sabe donde está, ha servido de excusa a José María Aznar para ejecutar su ración de venganza por la falta de apoyo socialista a la "guerra de Perejil".

Ayer se plantó en Melilla para seguir la estela del secretario de Comunicación de PP, que haciendo gala de ese oportunismo político que a veces les embarga a determinados dirigentes de la derecha en el estío, fue a decir que la situación estaba fatal y a exigir que se devolviera a España la "tierra de nadie" que separa ambas fronteras. Tierra, que como su propio nombre indica es de nadie.

Aznar fue a apoyar a los melillenses y a las fuerzas de seguridad pero, sobre todo, demostrarles que con este Gobierno están vendidos. No pasa nada, él siempre estará en la retaguardia y si un día es preciso "con viento de levante..."