Por Fernando Del Corro (OTR/PRESS)
Isabel es un nombre griego cuya etimología es "bella como Isis", la diosa egipcia cuyo nombre original, luego adaptado por los helenos, era Ast, que significa "trono", algo que precisamente portaron varias Isabel, entre ellas la Isabel II de Castilla, "la Católica" y la actual Isabel II del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU) que acaba de cumplir 90 años.
Precisamente el festejo de la nonagenaria y el reto en público que dio a su nieto Guillermo, el príncipe heredero, dio cobertura mundial al festejo y a la dura orden dada a su distraído descendiente que poca atención prestaba a una abuela de la que no sólo heredará la corona sino enormes propiedades rurales que lo harán uno de los mayores cobradores de subsidios agrícolas del mundo, como ya lo es Isabel II.
El nombre Isabel y la cuestión rural traen a la memoria a esa gran reina que fuera Isabel I, la hija de Enrique VIII y la plebeya Ana Bolena que en 1601, esto es, 415 años atrás, sancionó la notable "Poor Law" (Ley de Pobres) que no sólo resolvió los problemas de las masas de menesterosos que circulaban por las ciudades de Inglaterra y Gales y que en sus 233 años de vigencia fue clave en la generación de la nueva clase obrera calificada que fuera vital para convertir al país en la gran potencia industrial del planeta hasta los albores del Siglo XX, cuando fuese desplazada por los Estados Unidos de América.
Cuando Isabel I implementó la "Ley de Pobres" en 1601 no habían nacido los grandes economistas que estudiaron el desarrollo capitalista como que el primero de ellos, el inglés William Petty, el autor del concepto de plusvalía luego publicitado por el alemán Karl Heinrich Marx, nació un 26
de mayo de 1623, veintidós años más tarde; y ni hablar del escocés Adam Smith, cuestionador del naciente sistema gerencial; del inglés David Ricardo, de origen judío portugués, y su teoría de las ventajas comparativas; o del inglés Jeremy Bentham, abanderado del sistema financiero con su libro "En defensa de la usura", quién influyó en el endeudamiento de los nacientes países de América Latina con la banca de su país.
¿Pero en qué consistió la "Ley de Pobres" de la que en sus 44 años de gobierno en soltería sentó las bases del RU y lo convirtió en la gran potencia marítima para lo cual fueron claves corsarios como Francis Drake y Walter Raleigh (de éste se dice que fue uno de sus amantes)?.
Por entonces los grandes terratenientes avanzaban en la política de los cercamientos (enclosures) que se había implementado fuertemente en el Siglo XVI de manera que las tierras comunales se convirtieron en propiedades privadas por lo que los campesinos que las laboraban fueron desplazados de las mismas con lo que su destino fue emigrar hacia las ciudades donde la mayoría deambulaba sin techo y sin trabajo viviendo de la caridad pública y algunos de la delincuencia.
La historia de las "Poor Laws" (Leyes de Pobres) como se las conoce más genéricamente, data de la peste negra que asoló el país, y fue creada por Eduardo III en 1349. Claro que las hubo a favor y en contra. Así Enrique VII, en 1495, estableció que las fuerzas del estado debían detener a "todos los vagabundos y personas sospechosas de vivir en tal estado y, luego, llevarlos y colocarlos en cepos, donde deberán permanecer por el espacio de tres días y tres noches; después, se les ordenará evitar el pueblo".
Y en 1530, Enrique VIII, el propio padre de Isabel I, quién para divorciarse de Catalina de Aragón y casarse con Ana Bolena creó la religión anglicana escindida del catolicismo, estableció que la ociosidad es la madre y raíz de todos los vicios", al referirse a esas masas de menesterosos, quiénes en lugar de ser puestos en cepos pasaron a ser azotados aunque, al mismo tiempo, estableció un impuesto para realizar obras públicas y dar empleo. En 1547 Eduardo VI estableció la pena de dos años de servidumbre y un tatuaje identificatorio.
Siguiendo en parte esa línea, en 1572, Isabel I brutalmente estableció que al mendigo profesional se le castigara la primera vez con la perforación de sus orejas y la segunda con su ahorcamiento pero estableció diferencias con aquél que se veía obligado a ello por no conseguir trabajo. Esto último fue lo que, en definitiva generó algunas políticas sociales a partir de 1597 y la final sanción de la "Ley de Pobres" de 1601, que si bien derogada en 1834 mantuvo su espíritu hasta la misma creación del "Welfare State" (Estado de Bienestar) por el bengalí Henry William Beveridge, sobre todo vía su segundo informe, denominado "Full Employment in a Free Society" (Trabajo para todos en una sociedad libre), de 1944.
La ley isabelina estableció un impuesto a los terratenientes que se tributaba en unas 1.500 iglesias y cuyo destino era resolver los problemas de los indigentes, ya fueran mendigos, vagabundos, ancianos, enfermos, niños e inválidos. La forma de atender a unos y otros difería ya que a los niños e inválidos se les pasaba dinero y a los ancianos y enfermos se los atendía. En el caso de los mendigos y vagabundos la notable solución fue la creación de las "workhouses" (casas de trabajo) donde se los alojaba, se los alimentaba y vestía, debiendo compensar esa atención con trabajo para lo cual se les enseñaba y adiestraba en oficios.
Las parroquias no podían expulsar a los nuevos operarios de las "casas de trabajo", de manera que las mismas se fueron convirtiendo en talleres. En ese marco se fue produciendo una radicación estable que hizo, como señalara el gran economista inglés Alfred Marshall (uno de los inspiradores de John Maynard Keynes) que "la población de Inglaterra se hizo estacionaria durante los cien años que terminaron en 1760, mientras las manufacturas no estuvieron suficientemente desarrolladas para emplear gran número de personas".
La nueva clase obrera se fue conformando en esos talleres y así, posteriormente "Los inventos mecánicos, la concentración de las industrias, y un sistema de manufactura a gran escala para abastecer a los mercados lejanos, vinieron a romper con las viejas tradiciones de la industria y a dejar a cada cual el cuidado de su negocio como mejor supiera, al propio tiempo que estimulaba el crecimiento de una población para la cual no se había preparado nada más que un lugar en las fábricas y talleres", señaló el propio Marshall.
De esos obreros con imaginación surgieron inventores, como el escocés James Watt, quién con el apoyo de Adam Smith desarrolló en la Universidad de Glasgow la máquina de vapor y el concepto de vatio, como unidad de fuerza cuando ya se había dejado, al decir de Marshall, "a la libre competencia, o mejor dicho, a la libertad de industria y de empresa, seguir libremente su curso, como un monstruo desencadenado". Algo que ya Smith había observado cuando recorría las fábricas en sus estudios sobre productividad. La "Ley de Pobres" de hace 415 años había estado en la base de todo ello.
Fernando del Corro es periodista, Historiador Colabora en la Cátedra de Deuda Externa en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA)