MADRID 6 May. (EUROPA PRESS) -
Que la economía se encuentra en caída libre no es nada nuevo. Nuestro Gobierno está adoptando medidas que, sin duda, reflejan el estado de desesperación en el que vive el país mientras el paro llega a niveles insospechados.
Muchas personas se acuestan cada noche preocupadas por si mañana conseguirán trabajo o por si seguirán manteniendo el que tienen, por si podrán seguir pagando su hipoteca o por cuánto tiempo podrán seguir cobrando el paro.
A su vez, muchos empresarios viven con la presión de mantener a flote sus negocios, de ingeniárselas para poder pagar a sus empleados y de intentar salir adelante sin tener que despedir a más gente.
A pesar de todo, no paramos de leer y escuchar que hay que aprovechar los tiempos de crisis, que estos momentos de incertidumbre son los que nos pueden empujar hacia nuevos retos, a reorientar una carrera profesional hacia lo que siempre quisimos o a encontrar nuevas oportunidades que no se veían en épocas de bonanza.
Y es cierto, pero parece que se ha apoderado de nosotros un clima de intranquilidad y pesimismo que nos obliga a agachar la cabeza y a mirar solo al suelo, sin permitirnos alzar la vista hacia adelante y apreciar lo bueno que tenemos enfrente, sea mucho o poco. Un pesimismo que pesa sobre nosotros y que a veces no nos deja disfrutar de la familia, los amigos e incluso del trabajo.
Es precisamente en este punto donde el deporte puede jugar un papel fundamental para afrontar estos momentos de crisis. El deporte puede ayudar a liberarnos de ese pesimismo, a levantar la cabeza, a descargar la ansiedad y a ver las nuevas oportunidades.
El deporte puede cambiarte la vida. Quizá parezca exagerado e incluso extremista pero es una realidad. Da igual si estás en paro, si te preocupa tu seguridad laboral, si tienes una empresa con problemas o si, por suerte, eres uno de esos pocos afortunados con estabilidad.
El deporte te da fuerzas para superar mejor el día a día, te da la claridad de mente necesaria para ver nuevas oportunidades y las energías para afrontar nuevos retos; te libera de presiones, te quita estrés y te hace ser más positivo. Y eso, a la larga, se traslada a todas las facetas de tu vida.
Solo pensar en empezar a hacer deporte suele dar una pereza especial y nos inventamos infinidad de pretextos para no hacerlo, pero hay dos claves que nos ayudarán a conseguirlo: elegir una actividad que nos guste y la constancia.
Mucha gente se apunta a un gimnasio porque lo tiene cerca, a natación porque se lo ha recomendado un amigo o decide montar en bici porque así sale con el vecino y se le hace más llevadero, pero uno tiene que pensar que es lo que realmente le gusta y no dejarse llevar por los demás. Da igual si es nadar, correr, montar en bici o simplemente andar; lo importante es hacer algo que apetezca. De lo contrario no se repite y se acaba dejando.
La segunda clave es la constancia. Como decía, a la hora de la verdad, todos encontramos excusas para no hacer ejercicio: la falta de tiempo, el frío, el cansancio... El truco está en engañar al cuerpo y practicar de forma continuada. Haciendo ejercicio dos o tres veces por semana se consigue que, tras solo un par de meses, sea el propio cuerpo el que te lo pida, creando una adicción como si de una droga se tratará. Una droga sana.
No es necesario estar mucho tiempo cada día, pero si es importante la intensidad del ejercicio. Es mejor esforzarnos durante veinte minutos que estar una hora a medio gas. Tenemos que conseguir dar el máximo en cada momento para que el cuerpo nos pida más y sea él el que nos desperece y nos obligue a continuar.
En mi caso fue correr. Empecé a correr con un amigo cuando tenía 28 años y como a muchos, me costó, pero en pocos meses era uno más de los adictos y a día de hoy no puedo dejarlo. Me marco metas personales que me sirvan de motivación o participo en carreras que me estimulen a mejorar mi marca. Pero lo realmente importante es que me ayuda a encontrarme mejor, a ser más dinámico, a despejar la mente y encontrarme con más fuerzas.
Pero además de los beneficios físicos y mentales que tiene el hacer ejercicio, la práctica deportiva nos ofrece una serie de valores que son de una gran utilidad en cualquier ámbito de la vida. Nos inculca el valor de la constancia, el esfuerzo, el sacrificio y la superación personal, virtudes que aplicadas a nuestro día a día nos ayudarán a llevar mejor estos duros momentos que nos han tocado vivir.
Nos encontramos inmersos en una crisis que nos exige mayores esfuerzos, que nos trae más presiones, nos produce más estrés, más preocupaciones, y cuya mejor forma de afrontarlos con ánimo y entusiasmo está en el deporte.
Es un pequeño cambio, aparentemente sin importancia, pero el deporte puede tener un efecto definitivo en nuestras vidas. Puede ayudarnos a sobrellevar esta crisis y a superarla con éxito.
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