MADRID, 13 Oct. (Portaltic/EP) -
Las películas de ciencia ficción suelen fantasear con inventos que hagan nuestra vida más fácil. En unas ocasiones esos ingenios parecen imposibles y nunca terminan de llegar, como los coches voladores de Regreso al futuro; en otras, el tiempo los convierte en realidad. Es lo que está ocurriendo con el borrado de memoria selectivo.
Eliminar recuerdos de forma selectiva es algo que ha servido para alimentar los guiones de varias películas, como Men in black, donde los hombres de negro cuentan con el neuralizador, un dispositivo para 'flashear' a los testigos; u Olvídate de mí, la oscarizada película protagonizada por Jim Carrey en la que una clínica de borrado de malos recuerdos trastoca la relación en torno a la cual gira toda la historia.
Estos dos inventos no son precisamente algo completamente imposible y tienen una base científica real, en este caso la optogenética, que utiliza métodos genéticos y ópticos para modificar células de tejidos vivos. Fue iniciada por Karl Diesseroth en la Universidad de Stanford y actualmente se ha convertido en un método habitual para investigar funciones cerebrales.
Los expertos en la materia Kazumasa Tanaka y Brian Wiltgen, entre otros investigadores de la UC Davis, han realizado notables avances en este campo. Utilizaron ratones modificados genéticamente en los que podían observar las neuronas que se activaban durante la recuperación de un recuerdo y después lograron "apagarlas" mediante luz.
"La teoría es que el aprendizaje implica procesamiento en el cortex, y que el hipocampo reproduce este patrón de actividad durante la recuperación -del recuerdo-, permitiendo volver a experimentar el suceso", ha dicho Wiltgen. "Si el hipocampo es dañado, los pacientes pueden perder décadas de recuerdos".
Para probar la teoría, los investigadores pusieron a ratones modificados en una jaula y su instinto natural era recorrerla y explorar. Sin embargo, la jaula estaba preparada para darles una descarga eléctrica cuando se alejaban del centro. Después, cuando los investigadores los volvían a introducir en la jaula, sus recuerdos les hacían permanecer en el centro, "paralizados por el miedo".
Tras estas experiencias, los científicos procedieron a "borrar" el recuerdo de las descargas. Lo que hicieron fue apagar las células nerviosas específicas en el hipocampo del cerebro de los ratones y, de esta forma, perdieron sus recuerdos del evento desagradable. Así, su primera reacción era, de nuevo, volver a explorar la jaula y recibir la descarga. También fueron capaces de demostrar que apagar otras células en el hipocampo no afectaba la recuperación de ese recuerdo.