MADRID, 19 May. (Portaltic)
El impacto de la luz emitida por dispositivos inteligentes antes de dormir altera el llamado ritmo circadiano o del sueño y afecta especialmente a los adolescentes. Así lo asegura un reciente estudio del Instituto Politécnico Rensselaer, liderado por la doctora Mariana Figueiro, que demuestra los efectos negativos de los aparatos electrónicos retroiluminados en el ritmo del sueño en chicos y chicas de entre 15 y 17 años.
De acuerdo con los investigadores, dos horas antes de irnos a la cama, nuestro cerebro empieza a producir melatonina mandando la señal inequívoca de que ha caído la noche y ha llegado la hora de irnos a dormir. Pero, cuando usamos dispositivos móviles antes de acostarnos, la luz evita que el cerebro reciba el mensaje porque suprime la secreción de melatonina.
El estudio, en realidad no es nuevo, pues ya se ha desmostrado que la luz de los mencionados dispositivos altera los ritmos de sueño de las personas en general. Sin embargo, en el nuevo trabajo han querido demostrar su incidencia sobre los menores de edad, en este caso, los adolescentes, y han llegado a la conclusión de este grupo -los adolescentes- es especialmente susceptible.
Esto ha quedado demostrado en pruebas realizadas a un grupo de 20 adolescentes, de entre 15 y 17 años de edad, a quienes, al usar dispositivos inteligentes, les provocó una inhibición de la liberación de melatonina y les mantuvo despiertos durante más tiempo.
Los dispositivos electrónicos emiten una luz azul de longitudes de onda cortas, que afectan particularmente a un tipo de fotoreceptores en el ojo sólo descubiertos hace poco más de una década. Figueiro utilizó filtros naranjas para extraer la luz azul de las pantallas, y consiguió minimizar el impacto en el sistema circadiano.
Todos los jóvenes en esta etapa del desarrollo intelectual cuentan con un ciclo de segregación de melatonina distinto al de los adultos, por lo que deberían descansar un mínimo de 9 y media a 10 horas diarias para reponer energías, poder rendir al día siguiente y, sobre todo, para cumplir con los procesos biológicos que sólo tienen lugar durante el sueño, como la preparación para la actividad, la regeneración neuronal y la secreción de hormona del crecimiento.
Los jóvenes implicados en el estudio que estuvieron mandando correos electrónicos o chateando, conciliaron un sueño inferior a cinco horas cada noche. Esta alteración del ritmo circadiano en los adolescentes, con una demora en la secreción de melatonina, puede además provocar efectos negativos en su vida diaria, como estrés, falta de energía e, incluso, depresión.
IMPACTO EN ADOLESCENTES
Otros estudio previo, en el que formaron parte 10.000 jóvenes noruegos de la provincia noruega de Hordalan de entre 16 a 19 años de edad, también corroboró que el uso de cualquier dispositivo electrónico durante el día y en la hora antes del momento de acostarse conlleva el riesgo de tardar más de 60 minutos en quedarse dormido.
El uso total de pantallas durante el día de más de cuatro horas se vinculó con un 49 por ciento más de riesgo de necesitar más de 60 minutos en dormirse y un total de más de dos horas de tiempo de empleo de dispositivos electrónicos después de la escuela estuvo fuertemente relacionado tanto con la latencia de sueño como con una menor duración del sueño.
En estas investigaciones, se consideró que es necesario un estudio epidemiológico a largo plazo sobre los efectos de estos dispositivos sobre la salud. Sobre todo porque cada vez más personas los usan, especialmente los niños y adolescentes, que ya están experimentando una pérdida significativa del sueño. Pero también porque una alteración del reloj circadiano, además de provocar problemas de sueño, también puede causar obesidad o incluso desencadenar patologías como el cáncer, según han resaltado los estudios mencionados.