MADRID 3 Ago. (EUROPA PRESS) -
El dióxido de carbono sigue siendo el rey indiscutible del cambio climático reciente, pero otros gases medibles de efecto invernadero también contribuyen al problema. Un nuevo estudio, llevado a cabo por científicos de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), muestra que la reducción de las emisiones existen gases que podría frenar los cambios climáticos que se esperan en el futuro.
Las conversaciones con otros científicos durante la conferencia sobre el clima de las Naciones Unidas en 2009 (Copenhague) inspiraron a tres investigadores de la NOAA, Stephen Montzka, Dlugokencky Ed y James Butler, para revisar las fuentes de gases de efecto invernadero distintos al dióxido de carbono (CO2) y explorar los beneficios potenciales de disminuir sus emisiones.
Al igual que el CO2, otros gases de efecto invernadero atrapan el calor en la atmósfera terrestre. Algunas de estas sustancias tienen menor vida útil que el CO2, por lo tanto, reducir estas emisiones disminuiría su influencia radiactiva inmediata.
"Sabemos que el cambio climático reciente ha sido producido principalmente por el dióxido de carbono emitido durante la combustión de combustibles fósiles, problema que va a estar con nosotros mucho tiempo, porque el dióxido de carbono es muy persistente en la atmósfera", comenta Montzka, "sin embargo, la reducción de emisiones de otros gases de efecto invernadero podría mejorar la situación", ha añadido.
Según el estudio, publicado en 'Nature', la estabilización del efecto de calentamiento del CO2 en la atmósfera requeriría una reducción de, aproximadamente, un 80 por ciento de las emisiones provocadas por el ser humano, aunque una cantidad del dióxido de carbono emitido hoy permanecerá en la atmósfera durante miles de años.
Por el contrario, reducir las emisiones de otros gases de efecto invernadero en un 80 por ciento podría disminuir considerablemente su efecto sobre el clima dentro de un par de décadas. "Recortar las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero podría disminuir su efecto durante este siglo", señala el trabajo.
Para el nuevo análisis, los investigadores tuvieron en cuenta el metano, el óxido nitroso, un grupo de productos químicos regulados por un tratado internacional para proteger la capa de ozono y algunos otros gases de efecto invernadero que en la actualidad están presentes en concentraciones muy bajas. El estudio describe las principales actividades humanas responsables de estas emisiones y señala que reducciones substanciales (por ejemplo, del 80 por ciento) serían difíciles de conseguir. Sin cambios sustanciales en el comportamiento humano, las emisiones de gases de efecto invernadero continuarán aumentando.
Los beneficios relacionados con la reducción de gases de efecto invernadero distintos del CO2 tienen límites, afirman Montzka y sus colaboradores. Incluso si se eliminaran hoy todas las actividades humanas que emiten gases de efecto invernadero, esto no sería suficiente para estabilizar la influencia de estos gases en los próximos 40 años - a menos que las emisiones de CO2 se redujeran también significativamente.
Los científicos describen en su investigación las conexiones complejas entre el clima y los gases de efecto invernadero (el comportamiento de algunos de estos gases aun no se entiende completamente). Se han estudiado las fuentes naturales de los gases distintos del CO2 (que también son emitidos por ser humano), y se ha observado que el cambio climático podría amplificar o atenuar algunos de sus procesos naturales, expone Dlugokencky.
Las condiciones cada vez más cálidas y secas en el Ártico, por ejemplo, podrían derretir el permafrost y aumentar la frecuencia de los incendios forestales, enviando más metano y dióxido de carbono a la atmósfera.
"La necesidad a largo plazo de reducir las emisiones de dióxido de carbono no debería obviar la efectividad de la acción a corto plazo. Este estudio muestra que existen otra maneras de influir en la trayectoria del cambio climático", afirma Butler, y añade que "la gestión de las emisiones de gases de efecto invernadero distintos del CO2 ofrece una clara oportunidad de realizar aportaciones adicionales."