Foto: CEDIDA
SANTA CRUZ DE TENERIFE, 7 Mar. (EUROPA PRESS) -
Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los responsables de las excavaciones en el yacimiento arqueológico de la Sierra de Atapuerca, ha ofrecido este miércoles en la Universidad de La Laguna (ULL) una conferencia en la que ha analizado la evolución del comportamiento humano y en la que también ha explicado que las maneras de actuar de las diferentes especies están determinadas por la genética.
Arsuaga ha dictado esta conferencia como parte del programa de actividades que a lo largo de de esta semana está celebrando la Facultad de Psicología de la ULL con motivo de la festividad de su patrón, y también forma parte de la conmemoración de 2012 como año de la Neurociencia.
El ponente comenzó señalando que, aunque sea paleontólogo, no le interesaban especialmente los huesos ni las especias humanas del pasado. "Me interesa el ser humano de la actualidad, lo que somos ahora, pero para entenderlo es necesario volver la vista atrás". Para ello, ha manifestado su adhesión a las teorías de la biología social de estudiosos como Richard Alexander, que defiende el componente hereditario de los comportamientos sociales en animales y, por tanto, también en los humanos.
Arsuaga se remitió al parentesco más próximo a la especie humana --los gorilas y chimpancés-- para recordar que, al igual que ellos, el homo sapiens es eminentemente social. "Somos sociales no porque seamos humanos, sino porque somos primates. Los gorilas no crean un grupo basado en un macho dominante y varias hembras porque sean musulmanes o hayan leído a Kant; ni el 95 por ciento de las aves es monógamo porque sea católico o por factores ambientales: lo hacen porque está en su código genético. El comportamiento es una parte del fenotipo", comentó.
El ponente ha explicado que Alexander hablaba de dos etapas en la evolución humana. En la primera, la selección natural funcionaba tal y como apuntaba Darwin acerca de la supervivencia de los individuos a las "fuerzas hostiles de la naturaleza". Es decir, es el entorno el que selecciona y las especies "compiten" entre sí a la vez que intentan sobrevivir a agentes geológicos, climatológicos, entre otros.
La segunda etapa evolutiva llega con el homo habilis. "La presión de la selección ya no proviene de la competencia con otras especies o contra agentes geológicos y naturales externos, sino de individuos de la misma especie. En este momento, las posibilidades de supervivencia serán mayores cuanto mejores sean las capacidades sociales del individuo". Esta hipótesis, según Alexander, se denomina 'Dominancia ecológica y competición social'.
El resultado de este proceso no sólo afectó al desarrollo cerebral, sino que se extendió a otras características del ser humano, anatómicas y físicas, que también se explicarían por esta competencia social.
La vida social facilita tanto la capacidad de caza, gracias a la organización de partidas, como la de defensa contra otros individuos. En un momento dado de la evolución se dieron simultáneamente estas dos razones, ya que los homo sapiens se convirtieron a la vez en cazadores y presas. "El depredador humano es el resto de los grupos humanos, y en Atapuerca hallamos la demostración, pues hay vestigios de un grupo que ha depredado a otro", señaló el ponente.
El propio Arsuaga propuso una tercera fase en la evolución humana que potencia y exagera su componente social: la aparición de la "mente simbólica delirante", es decir, la que ha propiciado la aparición de símbolos que crean ideas, mundos invisibles o mitos ancestrales. "Se trata de la creencia en lo que no existe y sus consecuencias en la vida practica. La utilización de estos símbolos a través de la religión, el nacionalismo o incluso el fútbol sirve para unirnos... y también para enfrentarnos", concluyó.
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