MADRID 19 May. (EUROPA PRESS) -
Este martes se ha completado la instalación del Espectómetro Magnético Alfa (AMS-02), puesto en órbita por el trasbordador espacial Endeavour y en cuya construcción ha participado España, que desde ahora hasta el 2018 recibirá el impacto de diez mil rayos cósmicos por minuto para buscar respuestas a los secretos mejor guardados de la física de partículas.
Según ha explicado la Agencia Espacial Europea (ESA), los rayos cósmicos son partículas de alta energía que cruzan el espacio a velocidades próximas a la de la luz. En ellas, el AMS-02 detectará y catalogará estas partículas para ayudar a comprender mejor la naturaleza fundamental de la materia.
Este martes dos brazos robóticos, uno perteneciente al Endeavour y otro a la Estación Espacial Internacional (ISS) han colocado el espectómetro en la viga principal de la ISS en la que permanecerá hasta el año 2020, como mínimo. Desde allí, intentará resolver de dónde proceden los rayos cósmicos.
Así, el AMS-02 recogerá y medirá la energía de una gran cantidad de rayos cósmicos y estudiará la posibilidad de que sean liberados tras la colisión de partículas de 'materia oscura', una enigmática sustancia que los astrónomos creen que constituye el 90 por ciento de la masa del Universo. La ESA apunta que también existe la remota posibilidad de que el AMS-02 detecte partículas de Anti-Helio, que se habrían generado en el momento del Big Bang.
"El objetivo más emocionante del AMS es estudiar lo desconocido, buscar fenómenos que existen en la naturaleza pero que todavía no hemos sido capaces de imaginar, o que no teníamos forma de detectar", ha declarado el director del proyecto y Premio Nobel de Física en 1976, Samuel Ting.
El proyecto del AMS cuenta con una importante participación europea, ya que sus detectores han sido desarrollados en su mayoría por institutos de investigación de Alemania, España, Francia, Italia, Portugal y Suiza, con la colaboración de centros en China, Estados Unidos, Rusia y Taiwán. En total, el consorcio del AMS-02 engloba a más de 600 científicos de 56 institutos de investigación en 16 países, explica la agencia europea.
Este proyecto es la culminación de un programa internacional que ya lanzó un primer prototipo del detector a bordo del Trasbordador Espacial en el año 1998, según ha indicado la ESA, quien ha apuntado que el AMS-01 demostró que todavía se podía aprender mucho de estas partículas de alta energía.