Foto: NASA
MADRID, 1 Jun. (EUROPA PRESS) -
Siendo la Luna el objeto más prominente en el cielo nocturno y fuente importante de atracción invisible que provoca las mareas oceánicas, muchas culturas antiguas pensaban que también podría afectar a nuestra salud o estado de ánimo, hasta el putno de que la palabra "lunático" tiene su origen en esta creencia.
Ahora, una poderosa combinación de datos de naves espaciales y de simulaciones por ordenador está revelando que Luna sí tiene una gran influencia invisible, no sobre nosotros, sino en el Sol, o más específicamente, en el viento solar.
El viento solar es un fino chorro de gas cargado eléctricamente llamado plasma que sale de la superficie del Sol en todas direcciones a alrededor de 1,5 millones de kilómetros por hora. Cuando el viento solar es especialmente rápido, denso o turbulento y golpea el campo magnético de la Tierra, puede generar tormentas magnéticas y radiación que son capaces de perturbar los satélites, las redes eléctricas y los sistemas de comunicación. La burbuja magnética que rodea a la Tierra también empuja hacia atrás el viento solar, creando una onda de choque de decenas de miles de kilómetros de ancho en el lado diurno de la Tierra donde el viento solar choca contra el campo magnético y cambia bruscamente de velocidad supersónica a velocidad subsónica.
A diferencia de la Tierra, la Luna no está rodeada por un campo magnético global. Se pensaba que los fenómenos asociados al viento solar impactaban en la superficie lunar sin ningún tipo de cortapisa, dice el doctor Andrew Poppe, de la Universidad de California, Berkeley. Recientemente, sin embargo, una flota internacional de naves espaciales ha detectado signos de la presencia de una corriente ascendente en el viento solar de la luna. "Hemos visto haces de electrones y fuentes de iones en el lado diurno de la Luna", dice el doctor Jasper Halekas, también de la Universidad de California, Berkeley.
Estos fenómenos se han observado hasta a 10.000 kilómetros por encima de la Luna y generan una especie de turbulencia en el viento solar por delante de la luna, provocando cambios sutiles en la dirección del viento solar y su densidad. Los haces de electrones fueron vistos por primera vez por el Lunar Prospector de la NASA, y después por la misión japonesa Kaguya, la misión china Chang'e, y la india Chandrayaan. Todos vieron penachos de iones a baja altura.
Las simulaciones por ordenador ayudan a explicar estas observaciones mostrando que un complejo campo eléctrico cerca de la superficie lunar se genera por la luz solar y el flujo del viento solar.