MADRID 29 Nov. (EUROPA PRESS) -
Nuevas mediciones indican que la sal del mar tiene efectos profundos en la química del aire sobre su superficie. Un grupo de investigadores ha encontrado que la atmósfera en el Mar Muerto está cargado con óxido de mercurio. Se trata de los niveles más altos jamás observados fuera de las regiones polares.
Los resultados aparecen en un artículo publicado en la revista Nature Geoscience. En la investigación, el científico Daniel Obrist y sus colegas del Instituto de Investigación del Desierto de Reno (Nevada) y la Universidad Hebrea de Isreal midieron varios periodos con muy alta concentración de óxido de mercurio atmosférico.
El mercurio existe en la atmósfera en estado elemental y en estado oxidado. Es emitido por diversos procesos naturales y humanos, y se puede convertir en la atmósfera entre estas formas. Los altos niveles de óxido de mercurio son una preocupación, dice Obrist, porque esta forma se deposita rápidamente en el ambiente después de su formación.
La deposición atmosférica de mercurio es la principal forma de mercurio, una potente neurotoxina, que encuentra su camino en los ecosistemas globales.
Después de que se deposita, el mercurio puede acumularse en la cadena alimentaria en la que puede llegar a niveles muy altos. "Estos niveles son de gran peligrosidad para los seres humanos", dice Obrist, "especialmente en el consumo de pescado".
Las observaciones de altos niveles de óxido de mercurio oxidado se habían limitado a la atmósfera polar. Allí, el mercurio oxidado se forma durante un proceso llamado evento atmósferico de agotamiento de mercurio. Durante el mismo, el mercurio elemental se convierte en óxido de mercurio, que luego se deposita rápidamente en las superficies.
Ahora, explica Obrist, se ha encontrado el agotamiento casi total de mercurio elemental - y la formación de algunos de los más altos niveles de óxido de mercurio nunca vistos- sobre el Mar Muerto, un lugar donde las temperaturas alcanzan los 45 grados centígrados. Se pensaba hasta ahora que las altas temperaturas impedían este proceso químico, que parece puede estar determinado por la alta presencia de sal en el agua del Mar Muerto.