MADRID 29 Sep. (EUROPA PRESS) -
Las tormentas solares no sólo es una amenaza para la magnetosfera de la Tierra, sino que también podrían provocar la caída de los satélites más cercanos al planeta, según han explicado expertos de la NASA, quienes han descubierto que las llamaradas afectan al cinturón Van Allen interior.
Investigadores de la NASA han llevado a cabo un estudio en el que han descubierto que la radiación solar puede afectar a los cinturones Van Allen de partículas de alta energía que rodea la Tierra de una manera más agresiva de lo que se creía.
Los cinturones se dividen en dos zonas distintas. El cinturón exterior, que se compone de electrones, se extiende desde aproximadamente de 25.500 a 51.000 kilómetros por encima de la superficie; mientras que el cinturón interior, que consiste en una mezcla de electrones y protones, se extiende desde 6.400 a 12.800 kilómetros por encima.
Según explica la NASA, los científicos tenían conocimiento de que el cinturón exterior podría llegar a activarse de manera más intensa durante las tormentas geomagnéticas del sol, sin embargo, todavía no se había pensado que este tipo de acontecimientos también podría afectar al cinturón interior.
Ahora simulaciones por ordenador sugieren que durante una tormenta de alto nivel los electrones en el cinturón interior, también podrían convertirse en energía y, la radiación podría seguir siendo muy intensa durante varios años después de la tormenta. "El aumento de la radiación en la zona interna puede durar hasta una década y dañaría satélites durante años después de una tormenta muy fuerte", ha explicado el autor principal del estudio, el físico Shprits Yuri.
Así, Yuri ha apuntado que la radiación podría dañar los satélites en esa zona y, potencialmente, reducir sus vidas en cinco sextas partes o más. "No se destruirían todos los satélites a la vez, pero, según los cálculos realizados, una tormenta muy fuerte puede aumentar hasta diez veces la dosis de radiación en el cinturón interior lo que supondría que, dentro de unos años, podrían desaparecer una porción significativa de satélites que recorren esta zona interna".
Tras este hallazgo, los científicos estudian formas de evitar que los satélites acaben dañados por las llamaradas solares. Según ha indicado Yumi, primero hay que calcular los riesgos y el coste estimado de lo que se pude hacer, ya que, si el coste es muy elevado "es posible que compense aceptar los riesgos y empezar a prepararse para reponer la flota".
Parte de las incógnitas que aún quedan por contestar sobre este trabajo podrán despejarse en 2012, año en el que la NASA tiene previsto enviar dos misiones para estudiar los cinturones de radiación en el plano ecuatorial y en baja altitudes.