Philip Lymbery recomienda a los consumidores elegir productos de calidad para mejorar su bienestar y el animal
MADRID, 19 Abr. (EUROPA PRESS) -
El Director Ejecutivo de la organización internacional líder en el bienestar de los animales de granja, Compassion in World Farming (CIWF), Philip Lymbery, ha recomendado a España que se aleje de la ganadería industrial, sobre todo de las granjas de pollos y cerdos, y en concreto, ha insistido en la importancia de detener proyectos como la macrogranja de vacas de Noviercas en Soria, porque este tipo de producción de carne "barata" es "peligrosa" para la salud y el medio ambiente.
Además, con motivo de la presentación en España del libro 'La carne que comemos: El verdadero coste de la ganadería industrial', su autor cree que España puede fomentar la agricultura y la ganadería extensiva y mixta, frente a las granjas industriales que son "motivo serio de preocupación" por los "riesgos" que presenta para la alimentación.
Lymbery ha incidido también en la importancia de que los consumidores reduzcan a la mitad su ingesta de carne y eviten la "carne barata", porque los animales hacinados en estas granjas presentan grandes niveles de grasa y bajo contenido en OMEGA3 y es, según afirma, "mala para la salud".
Al mismo tiempo, advierte de que cuando se hacina una gran cantidad de animales en espacios muy pequeños se provoca un aumento de enfermedades, por lo que el ganadero necesitará más cantidades de antibióticos y fármacos que acaban siendo ingeridos por el hombre y ha añadido que se produce también la aparición de superbacterias, así como de nuevas cepas de virus "mucho más peligrosas", como por ejemplo fue la gripe porcina o la aviar.
"Si lo analizamos bien hay muchas amenazas y los riesgos asociados a la producción de estos productos que se podrían reducir teniendo los animales en granjas orgánicas en espacios abiertos y si los consumidores eligen estos productos", asegura.
El experto ha señalado que es vegetariano desde que hace 30 años cumplió 17 porque le preocupaba el modo en que la ganadería industrial "destruía" el campo y en la actualidad se confiesa "aún más preocupado" porque esta agricultura industrial "se ve en todas partes del mundo".
En el libro, escrito tras recorrer el mundo analizando "el marketing de la carne barata", Lymbery analiza la ganadería y la agricultura industrial y las consecuencias para la salud humana, para la contaminación, el medio ambiente o para las comunidades locales, avocadas a un mayor índice de paro y falta de acceso a alimentos de calidad.
Así, señala que en el mundo se crían unos 70.000 millones de animales de granja cada año, y de estos, dos tercios viven permanentemente en granjas industriales, estabulados, y que son tratados como "máquinas de producción más allá de sus límites naturales".
Para su mantenimiento, ha señalado que necesita el 30 por ciento de la producción mundial de cereales y alcanza el 70 por ciento en los países ricos al tiempo que cada año se destruye un área de bosques del tamaño de Reino Unido para cultivar comida para animales y construir granjas.
En definitiva, ha añadido que la carne industrial es un tipo de ganadería que consumo numerosos recursos, pero además erosiona el suelo, lo malgasta, utiliza petróleo y fomenta el desperdicio.
Sin embargo, ha recordado que el planeta necesita reducir su consumo general de carne en un 50 por ciento si se quieren detener las consecuencias catastróficas del cambio climático.
COMIDA Y SALUD PARA 16.000 MILLONES DE HABITANTES
En cuanto a los beneficios de cumplir estas recomendaciones, el autor señala que con ello se reduciría la presión que los seres humanos ejercen sobre el medio ambiente, tanto en el agua como en tierra, se recuperaría la fertilidad del suelo y se detendría o reduciría la cantidad ingente de comida que en la actualidad se desperdicia en el mundo y de los que muchos de ellos iban destinados a alimentar estas granjas.
"Rebajar el consumo de carne a la mitad y erradicando la ganadería industrial, los sistemas de producción de alimentación, hoy por hoy, se podrían alimentar a 16.000 millones de personas, más del doble de la población actual en el mundo, y con alimentos de mayor calidad nutricional para las familias", ha afirmado Lymbery que además ha resaltado que al mismo tiempo mejoraría el trato adecuado a los animales de granja y se evitaría la crueldad animal.
Por otro lado, garantiza que seguir esas pautas generaría un aire más limpio y menos contaminado, un agua de mayor calidad y acuíferos en mejor estado, ya que en la actualidad las aguas subterráneas están muy contaminadas con nitratos y arsénico, por lo que se reducirían las zonas muertas en mares, lagos o río, donde ya no hay vida por la mala calidad del agua.
Así, recomienda a los consumidores que "utilicen el poder del monedero tras veces al día" eligiendo alimentos de buena calidad que no se críen en este tipo de granjas industriales, huevos de gallinas no estabuladas y productos procedentes de granjas orgánicas. "Ese es mi consejo, que a largo plazo es mejor para la salud hacer esa inversión hoy. Podemos comer menos carne y asegurarnos de que la que comemos es de mayor calidad", ha insistido.
Respecto al precio, asegura que la carne de granjas orgánicas no tiene por qué ser más cara y que si la cadena de restaurantes McDonalds garantiza que su carne viene de vacas criadas al aire libre "los demás pueden hacerlo".
A su juicio, la comida de calidad no es necesariamente más cara y considera también que si los consumidores valoran más la comida reducirán su desperdicio. "Podemos reducir costes para las familias, pero también para todo el planeta", ha comentado en la entrevista.
MENOS CARNE PERO MEJOR
En cuanto a los países en vías de desarrollo estima que la ganadería industrial es aún más perjudicial que en los países ricos porque provoca un aumento del paro en la comunidad local, elimina los pequeños negocios locales y no permite ofrecer alimentos de calidad en el lugar.
En definitiva, cree que en el debate sobre la alimentación en el mundo, la clave es el acceso a la alimentación de calidad, no tanto a la cantidad ya que hay "abundancia" de alimentos pero son los más pobres los que no pueden permitirse el acceso a alimentos. Por ello, ha defendido que son precisamente las granjas tradicionales las que proporcionan alimentos a los más pobres y mejoran la vida de las comunidades locales frente a las industriales.
Igualmente, ha advertido de que este tipo de industria malgasta en torno a un 30% del alimento que producen y generan competencia con los cereales o soja que podrían destinarse a las personas.
"Malgastamos una cantidad de alimentos con la que se podría alimentar a más de 4.000 millones de personas. Si realmente quisiéramos acabar con el hambre en el mundo, lo primero que deberíamos hacer es acabar con la ganadería industrial y terminar la competición entre animales y hombres. El sistema actual produce suficientes alimentos para más de 16.000 millones de personas y aún así la mitad se malgasta", ha apostillado.
Por ello, concluye que sería mucho mejor que los animales volvieran a pastar tranquilamente en el campo con granjas mixtas de ganadería y agricultura en las que los animales ofrecen beneficios ecológicos al recuperar la fertilidad del suelo dentro de un sistema de rotación entre pastoreo y cosechas.
El libro 'La carne que comemos' expone que las condiciones en que viven los animales de granjas industriales tienen un impacto directo en la salud humana y animal --al vincular el aumento de enfermedades incluido el cáncer con su consumo--, en el cambio climático, en el hambre en el mundo y en el desarrollo de las comunidades locales y, al mismo tiempo, ofrece un conjunto de soluciones y consejos a los consumidores que pueden ayudar a modificar el sistema actual.