MADRID, 14 Dic. (EUROPA PRESS) -
Descarbonizar la economía en 2050 en España implica terminar con el actual política energética, basada en combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) y avanzar en una electrificación basada en energías renovables, según el informe del Centro de Investigación Economics for Energy, que advierte de que de seguir así sería "imposible" cumplir con los compromisos adoptados por España en el Acuerdo del Clima de París.
Los autores del estudio, Pedro Linares y Xavier Labandeira han analizado cuatro escenarios energéticos para 2050 y han señalado la capacidad de estos de alcanzar un modelo libre de combustibles fósiles en 2050 y abogan por introducir incentivos económicos a largo plazo al ahorro energético y para facilitar la inversión en renovables.
En todos los casos, han hallado "numerosos" retos tecnológicos, regulatorios, de inversión, e incluso sociales, ya que tiene en cuenta el nivel de presión ciudadana. Si bien, estiman que tomar una decisión sobre "el grado de descarbonización deseable" de la economía implica "decisiones que la sociedad en su conjunto debe valorar de manera informada para lograr una transición energética que permita responder a retos tan evidentes y urgentes como el cambio climático", ya que todos los escenarios tienen consecuencias económicas, ambientales y tecnológicas.
Los cuatro escenarios son la descarbonización, el mantenimiento de las políticas energéticas actuales, el avance tecnológico acelerado y el estancamiento económico a largo plazo.
La descarbonización supondría prescindir de carbón, petróleo y gas en el mix energético y sustituirlas con fuentes de origen renovable, a las que califica de "protagonistas absolutas" de ese mix.
Además, señala que la electrificación del suministro conllevaría un aumento "significativo de la demanda" al margen de los fósiles y añade que en el caso de la industria y el transporte pesado, alcanzar un "alto grado" de descarbonización supondría "necesariamente" desarrollar nuevas tecnologías o abaratar las existentes para obtener energía térmica de alta temperatura a ala industria y, al mismo tiempo combustibles para el transporte pesado libres de emisiones.
"Sea como sea el petróleo desaparece de la matriz energética en casi todos los escenarios para 2050", asegura el informe. En este contexto, la restricción de emisiones contaminantes en 2030 pivota en gran medida en la instalación de nueva potencia eléctrica alimentada con gas natural que "no podría seguir existiendo en el contexto de descarbonización total de 2050".
El estudio advierte de que, en ese caso, los retos pasan por la remuneración de estas nuevas inversiones y por el mantenimiento de las existentes, por lo que el informe urge a una previsión sobre las medidas para corregir o reconducir las "posibles incoherencias de este tipo".
"En todos los supuestos es fundamental potenciar el ahorro y la eficiencia energética", insisten los autores del informe presentado en la Fundación Ramón Areces, en Madrid.
Por otro lado, en el escenario de descarbonización, con un crecimiento económico sostenido --que favorece la financiación y el impulso tecnológico-- se daría un proceso de electrificación "intenso", sobre todo en el transporte y en el sector terciario. En ese plazo, en 2030 permanecería la energía nuclear y el gas sería protagonista, pero en 2050 el protagonismo "se desplaza radicalmente a las renovables".
Sin embargo, en el escenario de continuidad de las políticas actuales, de "tibieza" en el cumplimiento del Acuerdo de París y con "falta de presión ciudadana", de acuerdo con el informe se traduciría en la "imposibilidad de alcanzar un modelo descarbonizado en 2050". En ese escenario de "menor exigencia" en la reducción de emisiones se produciría un menor grado de electrificación y, aunque aumenta la presencia de las renovables, el petróleo y, en menor medida, el carbón, seguirían presentes en 2050.
En el tercer supuesto, de un avance tecnológico acelerado, con innovación y crecimiento económico se reducirían "drásticamente" los costes de generación renovable y la combinación de estos factores provocaría un "efecto rebote sobre la demanda", que aumentaría "significativamente" porque ya no sería necesario ahorrar tanta energía. De este modo, la demanda eléctrica se duplicaría en 2050. Sin embargo, aquí el problema sería el gas, porque la mayor demanda energética llevará a contar más con el gas en 2030 para suplantar la cantidad instalable de renovables. Por eso, en este escenario el nuclear aparece en el mix de 2050 pero desaparecería si se ampliasen los potenciales de renovables.
El cuarto de los escenarios, sería el de un estancamiento económico, con menor capacidad de innovación y más desigualdad socioeconómica, lo que produciría "un contexto político inestable". En ese caso, en 2050 se mantendría una "fuerte dependencia" de los combustibles fósiles y la contribución de las renovables sería "muy limitada" aunque la demanda energética se habría reducido "de forma muy importante a causa de la ralentización".
En definitiva, los expertos advierten de que las soluciones para el sectores eléctrico y el suministro de energía son "los principales retos" hacia la descarbonización de España en 2050.
Para ello, Linares y Labandeira recomiendan establecer incentivos económicos e institucionales a largo plazo para impulsar el ahorro energético y facilitar la inversión en tecnologías renovables eficientes.