BRUSELAS 20 Dic. (EUROPA PRESS) -
La secretaria de Estado de Cambio Climático del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, Teresa Ribera, ha defendido el "máximo rigor" de los controles científicos a los que se somete todo organismo genéticamente modificado (OGM) que se pretende introducir en la UE y ha alertado del riesgo para el mercado interior si los 27 optan por 'renacionalizar' las normas sobre este tipo de cultivos.
Sin embargo, Ribera no ha querido comentar la información publicada este fin de semana en el diario 'El País' que apunta que el secretario de Estado de Medio Rural, Josep Puxeu, pidió a Estados Unidos que presionara a la Comisión Europea a favor de los transgénicos. Se trata, en opinión de Ribera, de "valoraciones personales" sobre una conversación de Puxeu sobre la que habría que "preguntarle a él".
Ribera hizo estas declaraciones a su llegada a una reunión de ministros de Medio Ambiente de la UE en Bruselas y en donde los ministros hablarán de la propuesta del Ejecutivo comunitario para dar más flexibilidad a los países que quieran vetar el cultivo de transgénicos aunque estén autorizados a nivel comunitario.
Con esta posibilidad, que rechazan por distintos motivos países como España y Francia, Bruselas pretende contentar a gobiernos como los de Austria, Hungría o Luxemburgo, que se oponen al cultivo de transgénicos, porque quieren proteger y potenciar la agricultura ecológica y tradicional. Otros países, como Países Bajos, son defensores de esta biotecnología.
En este contexto, Ribera ha insistido en que el Gobierno, desde sus divisiones de Medio Ambiente, Sanidad y Consumo y Ciencia e Innovación "siempre ha trabajado por el máximo rigor científico en las decisiones que se toman".
"Todo pasa por una comisión nacional de bioseguridad que analiza cualquiera de las sustancias u organismos genéticamente modificados que quieran introducir en Europa superan todos los controles con el máximo rigor científico", ha recalcado la secretaria de Estado de Cambio Climático.
Ribera reconoce que hay Estados miembros "más contrarios" a la presencia de transgénicos en la Unión Europea, pero considera que el aspecto "más sensible" del debate se centra en el "riesgo que asumen respecto a posibles divisiones del mercado interior".
"Si volvemos a un proceso de nacionalización de decisiones en este campo, corremos el riesgo de crear un precedente q podría ser también muy duro en materia de medio ambiente", ha continuado. Ribera ha alertado de que si "volviéramos a un esquema en el que cada cual puede vetar o analizar sin fiarse de los demás estaríamos generando un germen un tanto peligroso para la unidad de mercado".
El 80 por ciento del espacio dedicado al cultivo de transgénicos en toda la Unión Europea está en España, que dedica cerca de unas 90.000 hectáreas de sus campos a sembrar el maíz transgénico MON 810. Sólo cinco países (República Checa, Rumanía, Portugal y Eslovaquia, además de España) autorizan este cultivo, según datos de 2009.