MADRID, 10 Ene. (Francisco Javier López, psquiatra) -
Ana es una chica de diecisiete años que acaba de volver a su clase de segundo de bachillerato, tras dos meses ausente. Los compañeros y los profesores le preguntan por su ausencia, y ella responde que ha estado hospitalizada por estar enferma, "haciéndole unas pruebas", que "ya está todo bien", sin dar más detalles de lo ocurrido.
Ana ha estado ingresada por desnutrición, después de cinco meses haciendo una dieta para controlar el peso. Todo comenzó a raíz de un viaje de fin de curso con algunos amigos y amigas de su clase del colegio; iban a la isla de Mallorca a pasar unos días de playa y de fiesta.
Ana perdió dos kilogramos de peso sobre su peso habitual "para tener mejor imagen". Una vez que empezó a adelgazar, la sensación fue tan placentera para ella, que no paró hasta su ingreso hospitalario por desnutrición y riesgo vital.
LA IMAGEN CORPORAL EN NUESTRO MEDIO
Ya desde hace tiempo sabemos que la mitad de mujeres en nuestro entorno se perciben gordas o insatisfechas con su propio cuerpo, en algún momento de su vida [1,2]. Y que esta percepción tiene mucho que ver con lo que los patrones que se muestran en los medios de comunicación [3].
De cien mujeres, al menos una llegará a tener un desorden en la alimentación como es la anorexia nerviosa, que pondrá en riesgo su propia nutrición y, por ende, su vida. Los hombres se ven afectados por esta realidad en menor proporción: por cada diez mujeres afectadas de anorexia encontraremos aproximadamente un hombre.
¿Qué distingue a la preocupación por el peso, tan habitual en nuestro entorno, de la preocupación de Ana, que llegó a desarrollar anorexia nerviosa como trastorno alimentario e ingresar desnutrida?
¿Por qué la mayoría de las personas que intentan hacer una dieta hipocalórica acaban por saltársela en algún momento de hambre, mientras que Ana no cesó en su dieta ni un solo día, conduciéndole a su ingreso hospitalario y casi a la muerte?
¿POR QUÉ APARECE LA ANOREXIA?
Se sabe que en la aparición de la anorexia existen factores genéticos, hormonales, influencia de los medios de comunicación y los ideales que en ellos se promueven. Pero no sabemos contestar a la pregunta al cien por cien.
Sí podemos llegar a conocer a cada persona particular afectada por el trastorno, sus propias causas y posibles alternativas de cambio y salida del trastorno, de cara a una terapia.
UNA TEORÍA EMOCIONAL: SENTIRME O NO COMER NADA
Ana, durante su proceso de tratamiento y renutrición, trataba de entender por qué había necesitado llegar al extremo de poner su vida en peligro. Ella llegó a pronunciar una frase similar a la que hoy da título a este artículo.
Ana se dio cuenta que "en los momentos en los que como nada, me siento ajena a los problemas, no me falta nada, no me sobra nada. Pero cuando empiezo a comer, entonces empiezo a sentirme con tanto miedo..."
"Sentirme" y pagar el precio del miedo, o "no comer nada" y no sentir tensiones: he ahí la cuestión para Ana. Durante sus dos meses de ingreso, reflexionó una y otra vez. No sólo quería entender su trastorno, sino el origen del mismo.
¿Qué era lo que trataba de evitar sentir a toda costa? Ana confesaba en terapia que su mayor sufrimiento era "romper su imagen" frente a los demás.
UNA CUESTIÓN UNIVERSAL: TENGO UNA IMAGEN QUE MANTENER
Es humano que nos preocupemos por lo que mostramos de nosotros mismos a los demás. El error, el descuido fruto del cansancio, una respuesta inadecuada a una situación exigente y otras muchas similares, son todas situaciones que rompen la imagen de uno mismo frente a alguien del entorno que me mira. Por una equivocación, una situación puede acabar en "fracaso", y esta realidad es fuente de angustia y miedo.
Ante cualquier error que uno comete caben dos reacciones extremas: la censura despreciativa o el buenrollismo del "no pasa nada, está bien, todo vale". Ana estaba habituada a la primera respuesta y cualquier cosa que percibiera de ella misma como "inadecuada" (reacciones de enfado, pereza, desgana, no serle útil y amable a los demás, etc.) le resultaba intolerable, y luchaba por no sentir esa desagradable experiencia de "no servir para nada, tener miedo de que descubran cómo soy y no me quieran".
Su manera de evitar esos sentimientos era no preocuparse por nada más que no fuera la alimentación y el peso, y tratar de olvidarse de los otros sentimientos. Así, durante unas semanas, restringir la ingesta, el espejo y la báscula eran los felices jueces y protagonistas de su vida, su refugio. No obstante, toda esta historia tuvo el límite final de la desnutrición.
UNA REFLEXIÓN ANTES DE OFRECER UNAS PAUTAS
Para el tratamiento de Ana, es necesario atenderla no sólo en su mundo emocional, sino también su nutrición, dar unas pautas conductuales, proporcionar atención médica, etc., como parte indispensable de su proceso de recuperación.
Pero centrémonos ahora en el mundo emocional. Para Ana eran especialmente duros los momentos en que las cosas no salían como ella deseaba, o no era tratada por los demás como más le gustaba. Las emociones negativas derivadas de estas experiencias (tristeza, enfado, agresividad, minusvalía, soledad...) eran intolerables para Ana.
Poco a poco, fue haciendo su propio proceso de maduración, en el cual integró estas experiencias como algo asumible. Paralelamente, su propia imagen mejoró para sí misma: se percibió como más válida, y a su propio cuerpo, como más adecuado.
¿Cómo consiguió Ana este cambio interno de posición, de actitud ante los demás y hacia ella misma? ¿Cómo consiguió dar pasos para salir de la anorexia nerviosa?
Podemos recoger su experiencia, y la de muchas otras personas, pacientes y profesionales, y sintetizarlas en cuatro pautas psicoeducativas. El objetivo de las mismas es favorecer el proceso de recuperación emocional de la anorexia nerviosa y de otros trastornos de la conducta alimentaria e imagen corporal.
PAUTAS PARA TRATAR LAS DIFICULTADES EN ROMPER LA IMAGEN
1) Posiciónate en distintos puntos de vista para hacer el análisis de las situaciones que has vivido. Con mente abierta se puede llegar a flexibilizar la relevancia de los propios errores e insuficiencias, y abandonar así la necesidad de certidumbre total y perfeccionismo compulsivo.
Por ejemplo, haz este ejercicio ante una mala contestación a un amigo, o un fallo de rendimiento en tus estudios o tu trabajo. Podrás entender las causas que te llevaron a hacerlo mal; podrás relativizar y contextualizar las consecuencias negativas de ese mal; y lo que es más importante, podrás aprender de esas experiencias para el futuro.
2) Atrévete, en la medida que el miedo te lo vaya permitiendo, a verte a ti mismo y mostrarte a los demás tal y como estás, sin fingir emociones que no están siendo experimentadas en realidad.
En un primer momento esto suele bloquearse por el miedo de dañar a otras persones durante tu propio proceso: encuentra tu equilibrio, pues la complacencia del otro y la autenticidad de los propios deseos no tienen por qué estar reñidos.
PAUTAS PARA FAMILIARES
1) Deja los síntomas alimentarios y las necesidades nutricionales en manos de profesionales. En su lugar, en la relación del día a día deberá reinar la comunicación y el encuentro más íntimo.
Más allá de la logística y de las ocupaciones familiares más académicas y laborales, hay un mundo interno más amplio que es bueno compartir: Los deseos satisfechos, los deseos frustrados, las experiencias de goce, las experiencias de insatisfacción, etc.
Al empezar o al acabar el día, dedica un tiempo a hablar no sólo de las notas, los estudios, la comida, etc., sino también de cómo se siente uno mismo y la familia con estas actividades. Este mundo interno de los sentimientos no necesita de la comida (en restricción o en atracones compulsivos) y de la perfección de la imagen para poder vivirse.
2) Permite que en tu casa se hable de emociones negativas y no las juzgues, ni las bloquees, ni las suprimas.
Las emociones negativas nos hablan de que algo está sucediendo y si las escuchamos podemos enfrentarlas en familia: la tristeza, el cansancio, la agresividad, el rechazo, la sensación de carencias... pueden ser parte de las relaciones satisfactorias.
Con esto, saldremos de la falacia del eterno positivismo, y aprenderemos a perder, a vivir con la propia insuficiencia, como algo tolerable en la familia. Es más, como algo que la familia no combate prohibiéndolo o bloqueándolo, sino viviéndolo y afrontándolo.
Anorexia peligrosa: Encuentra tu manera de sentirte en paz, sin necesidad de perjudicar tu nutrición.
Ojalá el perfeccionismo garantizara la alegría
Ana
Francisco Javier López Cánovas
Médico Psiquiatra
BIBLIOGRAFÍA
- Huenemann, R. L., Shapiro, L. R., Hampton, M. C., et al (1966). A longitudinal study of gross body composition and body conformation and their association with food and activity in a teenage population. American Journal of Clinical Nutrition, 18, 325-338.
- Nylander, I. (1971). The feeling of being fat and dieting in a schoolgirl population. Acta Socio-Medica Scandinavica, 3, 17-26
- Schooler D., Trinh S. (2011). Longitudinal associations between television viewing patterns and adolescent body satisfaction. Body Image, 8 (1), 34-42.