MADRID, 30 Nov. (María Martín-Vivar, psicóloga infantojuvenil) -
Carmen tiene 5 años y mientras sus padres terminan de pagar la comida del restaurante, un camarero se acerca y le regala un globo. Todo en ella era emoción, alegría y felicidad, el regalo había hecho que ese día fuera especial. ¡Y "solo" era un globo!
La realidad de los más pequeños es diferente a la nuestra. Se dan cuenta de todo. Su mundo, en los primeros años, se suele reducir al entorno familiar y escolar, haciendo que la interpretación que dan a las cosas sea diferente a la de los adultos. Esto es normal, forma parte de su desarrollo evolutivo. De ahí que ellos pregunten a menudo el porqué de las cosas. Ante esta pregunta, es fácil explicar los acontecimientos positivos, pero ¿qué pasa con los negativos?, ¿cómo le comunicamos a nuestro hijo una mala noticia?
Todos los pequeños en su entorno viven situaciones como la enfermedad o la muerte. En la sociedad en la que nos encontramos, además, existen múltiples formas de hacernos llegar noticias sobre violencia, terrorismo y guerra. Basta con ver un informativo a la hora de comer.
Los más pequeños reciben la información que les llega sin tener la suficiente madurez y capacidad afectiva para procesarla. Es ahí, en ese momento, cuando es importante saber comunicar una mala noticia. Sin duda, es un mal trago para cualquiera. El daño y dolor que puede vivir el menor suele generarnos un temor y miedo que tratamos de evitar.
Mentir, no decir toda la verdad o buscar vías alternativas para suavizarla son las estrategias equivocadas más comunes. Por ejemplo, evitar hablar del fallecimiento de un ser querido diciéndoles que está de viaje o que se ha ido a vivir a otro país hace que el niño no sienta pena ni tristeza en el corto plazo. Sin embargo, esto puede generar problemas futuros como desconfianza, no desarrollar habilidades para afrontar estas situaciones emocionalmente o temor ante el futuro son solo algunos ejemplos.
¿Cuál es la manera de tratar estos temas con los niños pequeños?
Generar un clima de diálogo con el niño - Darle la capacidad de expresar qué piensa, qué siente o cuáles son sus miedos. Te dará una idea de cómo afronta el niño la mala noticia dentro de su realidad. Busca un momento adecuado, en un lugar tranquilo, en el que podáis estar ambos padres sin prisas ni plazos.
Mantener la calma y tranquilidad - El estado anímico y emocional de los niños se ve influido por vuestro comportamiento y por vuestro estado, más que por vuestras palabras. Elige un momento en el que vosotros estéis calmados, tranquilos y serenos. Es mejor esperar unas horas desde que vosotros sabéis la noticia. De esta forma, os dará tiempo a procesarla vosotros primero y alcanzar la tranquilidad suficiente para explicársela posteriormente al niño. Aplica el "Res non verba" ("hechos no palabras"). Los pequeños imitan la conducta de sus padres. ¡Sois su mejor ejemplo!
No ocultar información ni mentir - Decir siempre la verdad. Incluso en los peores momentos, es la mejor lección que el niño puede aprender. Emplea un lenguaje que pueda entender, adecuado a su edad, estructura la información de modo que pueda asimilar todo y decide cuándo es el mejor momento para que él pueda entender, preguntar y transmitirte lo que siente.
Una vez explicado, paciencia - Cada niño es un mundo, cada realidad cambia. Un mismo niño no reacciona igual ante distintas malas noticias. Paciencia, esperar a que entienda y estar a su lado les dará la seguridad y el soporte emocional necesario. Es probable que tengáis que volver a tratar el tema unos días después. Explicarlo tantas veces como ellos necesiten y de la forma más simple posible.
Contesta a sus preguntas diciendo la verdad. Es necesario darles una información concreta, adaptada a su edad. Por ejemplo, si le estamos diciendo a nuestro hijo que nos vamos a separar, es necesario que no reciba respuestas del tipo "esto es temporal", "es una mala racha", ni responsabilizar a ninguna de las partes. Apóyate en material específico, cuentos, dibujos, muñecos o pinturas.
Observar su reacción - Es muy posible que el pequeño muestre síntomas de preocupación, ansiedad, tristeza o dolor. Es bueno que podáis estar ahí para ponerle nombre a esas emociones. Que él pueda expresarlas y sienta que le acogéis y validáis lo que siente. Sin censura.
Si crees que dichas reacciones se prologan en el tiempo, son excesivas y salen de la normalidad, acude a un profesional.
Comunicar una mala noticia a un niño siempre será un proceso difícil. Por ello es necesario estar bien preparados. Más que por el contenido de la noticia, porque les estaremos enseñando cómo afrontar futuras situaciones. Por un lado, les hacemos conscientes que existen momentos y noticias negativas, por otro lado, les podemos enseñar las herramientas suficientes para afrontar las situaciones futuras que vivirá.
Respira, piensa, reflexiona, habla con tu pareja. Después observa y encuentra el momento más adecuado. Mejor en un lugar conocido que el niño perciba como seguro. Sé paciente, habla con un lenguaje adecuado a su edad y haz que entienda la información que le estás trasmitiendo.
Dale tiempo para preguntar, observa también su lenguaje no verbal. Acoge sus reacciones emocionales. La pena, la tristeza, la preocupación, el enfado. Es muy importante que os tengan de referencia para esos momentos.
La confianza que ellos tienen en ti provoca que la verdad explicada de una forma fácil para ellos sea el mejor camino para que lo entiendan.
- Te quiero de aquí a la luna- dijo, y cerró los ojos.
- Eso está muy lejos - dijo la liebre grande.
- Eso está lejísimos.
Sam McBratney. Adivina cuánto te quiero.
María Martín-Vivar
Psicóloga Infantojuvenil
Lecturas recomendadas
Cómo ayudar a los niños a afrontar la pérdida de un ser querido. William C. Kroen.
Cómo contárselo a los niños. Respuestas adecuadas cuando alguien fallece. Dan Shaefer.