MADRID, 14 DE MARZO (EDIZIONES)
Sharon y Gerald Bricker se enteraron de que en el hospital cercano a su municipio, Hardonville, en Illinois, Estados Unidos, había sido abandonada al nacer una niña con una malformación genética que la hizo nacer sin piernas. El matrimonio no dudó en adoptarla y criarla como suya.
Los cónyuges criaron a Jennifer bajo una premisa concreta, la misma con la que criaron a sus otros tres hijos: nunca decir “no puedo”. Y a los siete años, Jennifer dijo a sus padres que quería ser gimnasta. Pero ¿cómo iba a ser gimnasta si no tenía piernas? Comenzó dando pequeños saltos en una cama elástica que le compró su padre.
Al principio, le costó empezar, y las caídas eran constantes. Pero poco a poco, con el entrenamiento con su padre, le fue cogiendo el truco... Después empezó a competir. Al poco tiempo era una gimnasta campeona del Estado de Illinois. Creció imitando a su ídolo, Dominique Moceanu, una gimnasta estadounidense que competía en gimnasia a nivel mundial y quiso ser como ella.
Cuando Jennifer se hizo mayor, le preguntó a su madre sobre su familia biológica. A Sharon Bricker le costó decirle el apellido, pues este era Moceanu. ¿Cómo era posible? Jennifer no pudo creerlo: “Una cosa es que puedas hablar con tu ídolo de la infancia, pero otra es que ese ídolo sea tu hermana. Eso es algo diferente”, afirma Jennifer ¿Casualidad o destino?
Jennifer localizó a Dominque y se puso en contacto con ella a través de una carta en la que le explicaba, y probaba a la vez, que eran hermanas biológicas. En la misiva le expresó su admiración desde siempre y que ella también era gimnasta. Pero la sorpresa fue mayúscula cuando Dominque se enteró, a través de una conversación telefónica posterior con ella, de que no tenía piernas.
Ahora Jennifer reside en Hollywood, donde vive una vida normal e independiente, y donde trabaja como acróbata. Incluso ha ido de gira con Britney Spears. Todo gracias a esa norma con la que creció con la que ha conseguido salvar todos los obstáculos que se ha ido encontrando en su vida y q ue han hecho que todo sea posible: nunca decir “no puedo”. Un ejemplo de vida, del que aprendes que si no te pones límites, eres capaz de hacer cualquier cosa.
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